Siguen des-extinguiéndose
Tres años pasaron desde que el parque de atracciones más novedoso del mundo se viera forzado a cerrar pues su última atracción escapó de su hábitat y puso a todo el público en peligro mortal.
La isla fue abandonada y el mundo se debate sobre qué hacer con las criaturas des-extinguidas que la habitan, cuando el volcán hasta entonces catalogado como dormido vuelve a entrar en actividad. La política se divide entre quienes creen que deben considerarse especies protegidas y quienes sostienen que hay que dejar a la naturaleza seguir su curso, permitiendo que vuelvan a extinguirse bajo la lava. Liderando el grupo que pide llevar los dinosaurios a un lugar seguro está Claire Dearing, protagonista de la entrega anterior, devenida en ecologista y sin mucho éxito a la hora de lograr apoyo estatal para su empresa.
Si algo enseñó esta franquicia es que un hombre con suficiente dinero no necesita preocuparse por infringir la ley en centroamérica, por lo que justo en ese momento hace su entrada el hasta ahora desconocido socio original de John Hammond: financiará el proyecto de trasladar los dinosaurios a una nueva isla santuario donde puedan seguir sus vidas en paz. Pero como ya sucedió en toda la saga, siempre hay alguien interesado en sacarle un rédito extra a la situación, aunque eso implique poner en riesgo muchas vidas.
Y sin aprender la lección
A diferencia de sus predecesoras, en las que básicamente todo giraba sobre gente tratando de no ser comida por depredadores feroces, Jurassic World: El reino caído tiene intenciones de contar una historia más compleja y centrada en humanos, tocando temas como el ambientalismo y el respeto a la vida en todas sus formas. Es un misterio quién consideró que hacía falta algo de todo eso, o que era la mejor forma de hacerlo, poniendo menos dinosaurios comiendo gente para compensar.
Si Jurassic World era una reversión del inicio de la franquicia, no sorprende que su continuación haga acordar mucho a la segunda parte al menos en esencia.
Otra vez un grupo de cazadores -liderado además por un personaje muy similar al de la primera secuela- se instala en la isla para llevarse todos los ejemplares que pueda, recurriendo a los expertos que sobrevivieron la primera vez para ayudarles con Blue, la última velociraptor. Es la criatura más inteligente y por lo tanto más difícil de rastrear de toda la isla, pero sobre todo es la excusa para convencer a Owen (Chris Pratt) de participar de la película en vez de quedarse en paz construyendo su casa. Y una vez más, el conflicto entre quienes se interesan por los dinosaurios desde la ciencia y los que lo hacen desde el lado comercial logra que el peor depredador sea liberado en tierra continental, poniendo en peligro a numerosos y sabrosos extras.
Todo esto deja la sensación de que Jurassic World: El reino caído no es otra cosa que la misma secuela pero para la gente que todavía no había nacido en 1997, con la salvedad de que en aquel caso al menos mantenía mucho del espíritu pasatista que la hacía interesante.
Esta nueva versión intenta tejer historias y personajes secundarios que su mayoría no aportan mucho a la película, o son directamente tan innecesarias que no terminan de resolverse sin que eso afecte al conjunto. Extrañamente los dinosaurios, que se supone deberían ser el eje central de todo, pasan más de media película en segundo plano y cuando aparecen están lejos de tener el brillo de sus mejores épocas.
Tanto el nuevo ambiente fuera de la isla como el nuevo dinosaurio de diseño, que incluso con su nivel de absurdo en la anterior funcionaba de maravilla, no terminan de encajar y se sienten como una mezcla incoherente de montones de cosas que tenían que estar como para cumplir con una lista. Esto hace que se le sientan las casi dos horas, especialmente durante esos ratos en que la trama se arrastra tomándose demasiado tiempo para resolver cuestiones que no lo necesitan y que más de una vez solo se hacen tolerables por el carisma de los protagonistas. Los secundarios y antagonistas no hacen un aporte interesante a la fórmula, al punto que ni siquiera dan ganas de festejar cuando los supuestos villanos son atacados.
Conclusión
Si Jurassic World había sido un muy buen renacer de la franquicia a la altura de su primera entrega,Jurassic World: El reino caídodesaprovecha todo lo heredado y vuelve a desdibujarse con una película sin alma, a la que le falta el suspenso y la aventura que debería esperarse de ella.