Jurassic World es como un espejo. Un espejo que refleja la luminosidad cinematográfica de Jurassic Park. A veces ese reflejo devuelve una imagen casi igual, y otras veces es como esos espejos de parque de diversiones, donde la imagen se achica o se agranda. Afortunadamente, en muchas partes vemos que ese reflejo es más concentrado, más intenso que el original inclusive, y eso es una gran sorpresa. Jurassic World es un filme que tiene un objetivo claro, enfocado, firme y manifiestamente expuesto, ese objetivo es emocionar a los fans del filme original de Spielberg, y es una película indudablemente efectiva porque cumple ese fin con creces. Hay fans que dicen que sintieron como volver a la infancia o como revivir por primera vez la experiencia del primer visionado del inicio de la franquicia. Más de 20 años más tarde, con una experiencia que muchos atesoramos en el corazón, por más que veamos el primer filme nuevamente, siempre será un repaso, nunca tendrá ese nivel de excitación de la primera vez. Y ese es el mérito extraordinario que tiene Jurassic World para el Jurassic Fan, que nos hace vivir de vuelta la experiencia, justo como en el visionado original.
¿Y cómo logra esta experiencia que llega directo al corazón al fan de Jurassic Park? Con una estructura interesante, trasladada al filme con un guion sólido que parece salido de una tesis universitaria donde un fan y experto del filme de Spielberg hubiera estudiado toma a toma el filme y hubiera escrito la secuela buscando presionar correctamente los mismos botones que la original, buscar los mismos sustos, los mismos momentos de tensión. Y también hacerlo homenajeando al primer filme, pero a su vez reinventándolo, como si fuera una especie de remake actualizada. Tiene la misma estructura efectiva que la primera, pero zafa de caer en la repetición al hacer un parque completamente funcional, con un conflicto que no repite el tema del sabotaje y con una renovación visual y tecnológica que da aires de frescura y contemporaneidad. Y no solo toma de lo quedó en el filme original, sino también de lo que no quedó, haciendo notar esa investigación que parece una tesis. Si estuviera vivo Michael Crichton quizás se hubiese emocionado mucho con esta secuela, porque él al escribir el libro decidió hacer un parque que aún no estuviese terminado porque le costaba mucho pensar todos los detalles de cómo debía ser el parque; y esta visión trunca del proyecto original del libro, llega a su máxima expresión en este filme para mostrarnos el parque en toda su gloria, recuperándonos, al menos en parte, ese asombro que teníamos en 1993; esta vez no por la vista por primera vez de los dinosaurios, algo irrepetible; sino por ver culminado el parque, algo que nunca pudimos ver hasta ahora.
Y esta experiencia se completa con la oportunidad de ver numerosas especies, que quedaron en los recortes de guion en la traslación a celuloide de la obra de Crichton. Además la secuela incluye inclusive el paseo en bebés triceratops por parte de niños montándolos; una secuencia que en el caso del primer filme estaba en guion, y se llegó trabajar sobre la misma, pero no se llegó a filmar ya que Spielberg consideraba que si esa escena estaba antes del ataque del T-Rex demoraba mucho el comienzo de la acción; y si estaba después, era menos creíble y frenaría la tensión. Lo que hace Colin Trevorrow en este caso es un aproximamiento gradual al conflicto, y curiosamente funciona. La audiencia de 2015 no tiene la misma paciencia de 2 décadas atrás y el director teniendo en cuenta eso logra combinar efectivamente escenas dramáticas y el conflicto principal con la presentación del parque que se mantiene y se alterna con las escenas de acción, y las primeras víctimas. Eso permite que el conflicto principal aparezca bastante rápido dentro del metraje y de lugar a un marco de tensión y suspenso que llega desde un comienzo. Sin embargo quizás ese esquema diluya el asombro, la sensación de descubrimiento y la majestuosidad del parque y sus habitantes; porque sabemos que esta atracción ya está manchada con sangre.
Colin Trevorrow, el director, se nota que ha estudiado fielmente el filme original y homenajea y reinventa algunos de los trucos que sacó de la galera Spielberg en su momento, y sin llegar a tener la originalidad ni la novedad ni la importancia del primer filme, logra engancharnos mucho, recordarnos que Jurassic Park es una gran película y hacernos sentir como hace 20 años. Y lo hace jugando a ser Spielberg y saliéndose con la suya.
Jurassic World es sorpresivamente un filme que es mucho más fresco de lo que esperábamos, que resucita la franquicia con gloria, espectacularidad y de forma por momentos épica. Y que da las escenas que los fans quieren, y las construye con una buena tensión, buen ritmo, buena puesta de cámara y una música muy efectiva. Obviamente al igual que las anteriores entregas, esta secuela es una mezcla de géneros y podemos encontrar partes de aventura, escenas graciosas, una subtrama romántica, y también mucha acción, pero ciertamente el género que más tiñe a todo el filme, es el género del terror. Y sin ser un filme gore, lleno de sangre, ni con torturas ni con una enorme sordidez como son muchos filmes del género, logra una tensión muy alta al final, y contiene a lo largo del metraje total, muchas partes donde a miembros de la audiencia se les escapa una expresión de ¡oh! en voz alta por alguna sorpresa, e inclusive aun cuando la estamos esperando a la sorpresa y la vemos claramente venir; eso es una clara muestra de la eficacia en la dirección, donde en algún momento incluso podemos hacer un breve salto del asiento. Es un filme que definitivamente va a asustar a los más chicos, y puede no llegar a ser recomendado para ellos.
Obviamente quien va a ver un filme de este tipo no espera un filme premiado con La Palma de Oro en el Festival de Cannes, por ende debemos tomarlo como lo que es, o sea un increíble entretenimiento pasatista que es a la vez un gran ejemplo de una buena narrativa cinematográfica a la hora de generar adrenalina y emocionar, es un filme con un espíritu hitchcockiano a nivel de entretenimiento, sin la perversidad y trasfondo psicológico de los filmes del maestro, pero si con una dosis de acidez, de crítica y de cinismo inclusive, como los filmes del genial realizador británico. Y es un festival de dinosaurios, que es lo que en definitiva queremos ver. Eso no quiere decir que el filme sea absolutamente superficial ni vacío de contenido, ya que una buena parte de la trama tiene que ver con cómo las corporaciones deben generar ganancias a toda costa y como el avance de la ciencia y la tecnología está muchas veces subvencionado por razones poco altruistas o por objetivos militares inclusive, y no deja de recalcar algo que estaba presente en filmes anteriores: que es que es peligroso jugar a ser dios, y que la codicia sin límites tiene su precio; y no solo se refiere a codicia económica, sino de prestigio también.
Al ser tan protagonistas los dinosaurios y al tener un elenco bastante coral con distintos protagonistas en diversas secuencias, la caracterización de los personajes se ve un poco disminuida y los mismos no nos terminan siendo tan familiares como en otros filmes, pero hay que ponerse una mano en el corazón y ser honestos, ¿vamos a ver este filme para ver caracterización de personajes? ¿O vamos a ver dinos comiéndose gente? (o al menos intentándolo). No hay, lamentablemente, un personaje tan emblemático como Ian Malcom de la primera y la segunda película, perfectamente caracterizado en toda su gloria y grandiosamente interpretado por Jeff Goldblum. Pero sí hay un reparto efectivo liderado un Chris Pratt que cada día se convierte en una mayor estrella y que exuda carisma en cada fotograma, y acompañado por el personaje interpretado por Bryce Dallas Howard, que está muy correcto y logra transmitir la dramática experiencia de la caída en desgracia del parque y sus consecuencias.
En un 2015 cargado de filmes ultra taquilleros, blockbusters como se le dicen en Hollywood, esta puede ser una de las grandes experiencias dentro del género, particularmente para los amantes de los dinosaurios y especialmente para los amantes de Jurassic Park, quienes tienen frente a ellos una película absolutamente obligatoria de ver, y de ver en el cine; para relajarse y disfrutar, y luego tensionarse y disfrutar. Jurassic World no es solo un espejo que tiene un diseño con una estructura que devuelve una imagen parecida al original, sino que también es un espejo que nos trasmitirá en mayor o menor medida, según el caso, nuestro amor por los dinosaurios y por Jurassic Park.
Cristian Olcina