Jurassic World

Crítica de Diego Lerer - Micropsia

Hace unas semanas fui a las Cataratas del Iguazú por primera vez en mi vida. En medio de los recorridos por el parque que la rodea, una y otra vez enormes carteles advertían a los visitantes sobre el riesgo de comer en lugares abiertos –especialmente en el patio de comidas– por el cada vez más “agresivo” comportamiento de los coatíes, estos pequeños mamíferos que devoran todo lo que encuentran a su paso. El riesgo no solo incluye que se lleven tu comida –de la mano, de la boca, del bolso, de donde sea– sino que puedan provocar algún tipo de corte o daño físico. Lo más extraño del asunto –según cuentan todos los que trabajan allí– es que su comportamiento fue modificándose en los últimos años, ya que se han ido adaptado a lo que come y toma la gente, en donde y a qué horas lo hacen, y no sólo comen y beben cosas impensadas (comen lo que sea, en pocas palabras), sino que desarrollaron la capacidad para abrir cierres de bolsos, destapar botellas de Coca-Cola y seguir a las personas que andan comiendo por el parque o dejando cosas tiradas por ahí.

A tanto ha llegado la preocupación que los tachos de basura allí tienen un complicado cierre (una pesada traba) que deberían impedirles abrirlos, pero algunos ya aprendieron a hacerlo. La gente –aún avisada de los peligros– sigue comiendo en cualquier lado del parque, tirando cosas en el suelo y, lo más peligroso, alimentando a estos animalitos que parecen tan hambrientos como simpáticos e inofensivos. Los trabajadores del parque tienen reuniones constantes tratando de ver cómo resolver un problema que puede terminar afectando la visita a las Cataratas de algunas personas. Y, créanme, es un paseo que vale la pena hacer.

12JURASSIC-master675-v2Recordaba esto –y una nota que leí poco después en la que se hablaba de los monos que invadían los cuartos del Hotel Sheraton que está dentro del parque llevándose no solo la comida sino las pertenencias de los huéspedes que dejaban las ventanas abiertas– mientras miraba JURASSIC WORLD el fin de semana. No vi la película en la función de prensa –que fue un día de paro nacional– ni el fin de semana de su estreno porque precisamente estaba en Cataratas y recién pude verla ahora, lo cual obligó a la demora de esta crítica. Pero creo que, curiosamente, la inversión de los hechos jugó a favor en cuanto a mi apreciación del filme dirigido por Colin Trevorrow pero que lleva la impronta spielberguiana en todos sus fotográmas.

En los últimos años y especialmente a partir del furor de los efectos digitales y las películas de superhéroes, buena parte de las superproducciones (“tanques de taquilla”, blockbusters o como gusten llamarlos), la mayoría de estas películas suelen perder cualquier grado de relación con la realidad. Ejércitos interplanetarios invadiendo la Tierra. Hombres con superpoderes destruyendo ciudades enteras mientras chocan por los aires como cacerolas digitales en Dolby Stereo. Villanos que quieren acabar con LA HUMANIDAD ENTERA!!!. Pero, sobre todo, la sensación de que nadie corre realmente peligro alguno en esas películas, que parecen hechas a mitad de camino entre el “live action” y la animación: nada tiene peso, nada tiene consecuencia, nada afecta, nada importa, todo parece flotar en una nube (corporativa) de hechos que tienen causas (una complicada red de causas, de hecho) y casi ningún efecto, más allá de la flotante sensación de ver un espectáculo ruidoso de un Cirque du Soleil cinematográfico, con shows que se parecen demasiado entre sí.

jurassic worldJURASSIC WORLD vuelve las cosas a un terreno, si no de realismo, de “plausibilidad cinematográfica”. Es cierto que los dinosaurios genéticamente modificados no son lo mismo que unos pobres y hambrientos coatíes (y el Parque Nacional Iguazú, con sus pequeños toques corporativos como el que una empresa privada maneje varios de sus optativos paseos internos, no se compara al shopping mall a cielo abierto que es el centro de acción de la película), pero la lógica de ambos es similar. Hay algo en el filme de Trevorrow que afecta a los espectadores con la posibilidad de que, de alguna u otra manera, lo que se ve puede llegar a suceder.

También –a diferencia de la mayoría de las superproducciones– se maneja siempre a escala humana. Son cientos, acaso miles de personas, las que están en riesgo cuando el nuevo dinosaurio que la empresa piensa lanzar como atracción se escapa, y luego sucede algo similar con otra especie, pero son números y situaciones manejables (me hace recordar a The Joker en EL CABALLERO DE LA NOCHE, cuyos objetivos y potenciales víctimas siempre eran relativamente pocos: los pasajeros de unos barcos, los pacientes y doctores de algunos hospitales, los empleados de un banco, así). En la exacerbación de la dimensión del peligro de los últimos blockbusters (en especial, de la línea superhéroes) se pierde toda plausibilidad: cuando todo se mide en “el universo entero” nada es realmente medible ni afecta a modo personal. En JURASSIC WORLD, finalmente, todo se reduce a un pequeño grupo de gente, y eso lleva a que la película jamás pierda el efecto que tiene sobre el público, el que la está transformando en una de las más taquilleras de la historia.

12JURASSICJP2-articleLargePero JURASSIC WORLD va más allá de eso. Si bien es una de sus virtudes “menores”, su comentario político no es del todo desechable. Es cierto que juega a dos puntas con sus publicidades encubiertas y sus críticas al mundo corporativo, lo mismo en lo que respecta al llamado “complejo militar industrial” –es, en cierto momento. una película bélica–, pero eso no quita la impresión de que Spielberg y los suyos están tratando de hacer un comentario preciso sobre algunas cuestiones políticas, tanto “cinematográfica” como de la otra, de la “verdadera”. Lo segundo es obvio –el I-Rex está diseñado genéticamente para ser usado en combate–, mientras que lo primero es más sutil, es un segundo nivel de discurso que JURASSIC… maneja para dentro de la industria. En algún punto, ese parque de diversiones que necesita una atracción cada vez más grande y espectacular para atraer a la gente cuando empieza a perder el interés, tranquilamente podría ser Hollywood y su necesidad de generar productos cada vez más caros, espectaculares e impresionantes para generar taquilla.

Si la película tiene una especie de “moraleja industrial” viene de parte de la old school que hoy representa, curiosamente, Steven Spielberg, uno de los hombres acusados 40 años atrás de destruir el cine realista e independiente que se hacía en Hollywood entonces. Hoy, su TIBURON, sus INDIANA JONES, sus ENCUENTROS CERCANOS… hasta la original JURASSIC PARK han quedado casi más cerca del humanismo minimalista del cine de los ’70 que de la superproducción actual. En ese Indominus Rex mutante, mitad dinosaurio mitad quien sabe qué, la factoría Spielberg parece mencionar sin hacerlo a las grandes bestias de taquilla de hoy, bestias que destruyen todo lo que se les cruza por el camino con un objetivo único de dominación mediante la vía del impacto y el ruido, perdiendo cualquier relación tanto con la realidad como con la naturaleza.

DE AQUI EN ADELANTE EMPIEZAN LOS SPOILERS TOTALES. ESTAN ADVERTIDOS SI NO LA VIERON AUN.

12JURASSICJP1-articleLargeEn cierto modo, ese enfrentamiento final que reúne en el centro del shopping que hace las veces de galería central y núcleo corporativo (lleno de negocios de marcas conocidas) a los cuatro protagonistas humanos, cuatro velocirraptors, el Indominus Rex, el ya antiguo T-Rex y un enorme dinosaurio marino puede ser leído como una batalla personal del viejo Steven –a través de su muy eficiente heredero Colin Trevorrow– por retomar el control del blockbuster hollywoodense. Si el personaje de Chris Pratt es una especie de INDIANA JONES –y el más pequeño de los dos niños podría ser el Elliott de E.T.–, su intento por llevar a los velocirraptors de su lado (él los entiende, digamos, y los trata como animales, en vez de querer controlarlos mediante los nunca explicados “poderes” que posee el nuevo monstruo) y ponerlos a enfrentar al digital I-Rex, con la ayuda de la lastimada protagonista de la vieja JURASSIC PARK (Trevorrow se refirió al T-Rex como “Clint Eastwood en LOS IMPERDONABLES“), no hay más que verlo como una simpática “guapeada” del viejo Steven. “Guapeada” que concluye, claro, con esa especie de TIBURON que termina por liquidarlo. Más claro, imposible: mis viejas, clásicas y oxidadas criaturas presentarán batalla y terminarán comiéndose a la tuya de un bocado.

Ese toque entre retro y nostálgico de la película es el que sirve para entender otro de los ejes de JURASSIC WORLD, posiblemente el más incomprendido de todos: el de su supuesta “misoginia” o “atrasada” política sexual. Más allá del agotamiento que me produce la exigencia –especialmente en los medios anglosajones– de que todas las películas y series deban ser políticamente correctas en todos los aspectos (raza, religión, género, lo que venga), no creo que Spielberg/Trevorrow apuesten a una visión retrograda. Digámoslo de otro modo: retro no es lo mismo que retrógrado y la propuesta de la película es, sí, un tanto retro, en su homenaje al cine de aventuras clásico de la época de oro de Hollywood, de los seriales, de películas o series que van de Tarzán a King Kong a cientos de otras. Sí, la protagonista femenina anda en tacos altos y en un principio parece que Owen hace el rol de “macho alfa” que la salva. Pero ni siquiera es realmente así: la verdadera heroína del filme terminan siendo ella y el T-Rex (que es mujer, recordemos), lo cual desacredita cualquier versión contraria. No es que me importe demasiado (no me ofende ver una película con una damsel in distress), pero la película deja obvio que juega con esa tradición cinéfila de la chica un tanto boba o desubicada para luego darla vuelta de maneras no muy sutiles (la forma en la que va “arremangándose los pantalones”, digamos) pero más que evidentes y efectivas.

jurassic-worldTampoco es una película, como leí por ahí, que intente rescatar valores perimidos o conservadores del tipo familiar. Los chicos son los clásicos personajes del universo Spielberg (el menor, especialmente; el otro está un tanto desdibujado), que tapan con información y obsesiones específicas una situación familiar insostenible –dinasaurios a falta de extraterrestres– que la película no desarrolla tal vez lo suficiente pero que es evidente. Y el “reencuento familiar” no está visto como una renovación de esos votos o una salida de esa crisis. Nada hace prever que esa familia vaya a reconstituirse a partir de los difíciles sucesos. Y tampoco se puede pensar que el personaje de Claire (Bryce Dallas Howard) descubre su “lado materno” o su “arquetípico rol femenino” al llevar a sus sobrinos a buen destino. En ese sentido, tanto ella como Owen lo que recuperan, por decirlo brutalmente, es su calentura mutua: la aventura, la tensión, les revivió ese ardor que parecía perdido. De hecho, al final, son casi como personajes de John Ford o el personaje de Tom Cruise en esa enorme película de Spielberg que fue la adaptación de LA GUERRA DE LOS MUNDOS: han salvado a los niños pero no quieren/pueden participar de ese sistema: mientras la familia se reúne a tratar de resolver sus conflictos reales, ellos se van a coger. O, por usar la línea “comedia de re-matrimonio” de la crítica cinematográfica, JURASSIC WORLD sería una “comedia de re-calentura”.

Es claro que la película no es perfecta: tiene algunos baches narrativos y lógicos aquí y allá, algunos problemas espaciales/geográficos más que evidentes y una clara sensación que mucho del material más “humano” del guión quedó en el camino a la búsqueda de un corte final de más alto impacto. Es cierto también que Trevorrow no tiene aún la sutileza casi innata de Spielberg para manejar algunas secuencias desde el “menos es más”, pero también es claro tanto en ciertas escenas con el niño (cuyo peinado y ojos son de pura cepa spielberguiana) o en la relación entre los adultos, que Trevorrow va por la buena senda. Solo hace falta ver su opera prima, SAFETY NOT GUARANTEED, para notarlo: allí combina picardía e imaginación, personajes que todavía creen que un gesto “mágico” –la ilusión de que hay algo más allá y que ciertos mecanismos tecnológicos pueden ponernos en contacto con eso, aunque sea solo desde los sueños– nos permite salir de una vida rutinaria y gris.

Para Trevorrow, en esa película, ese invento es una máquina del tiempo. Para Spielberg, es el cine. En el fondo, todos lo sabemos, son la misma cosa…