Después de tres películas de la saga Jurassic Park, volvemos a la carga para llenar las arcas perdidas. Aparentemente los empresarios de la Compañía INGEN, convencieron a los científicos que jugaron con la genética para traer de regreso a los dinosaurios.
Parece que la memoria es frágil, o que no han asimilado el aprendizaje. Están nuevamente en “Jurassic World”, abierto hace unos años al publico, en la misma isla donde transcurre la original. Ha dejado de ser la atracción que era en su apertura, y para poder recuperar el terreno perdido han diseñado genéticamente un nuevo dinosaurio, la Indominus Rex.
Si algo a favor tuvo el primer filme era, en principio, la dirección de Steven Spielberg, que no es santo de mi devoción, pero reconozco que sabe contar historias desde lo audiovisual, y segundo una selección de actores que incluía a Sam Neill, Laura Dern, Jeff Goldblum, Richard Attenborough, pero lo más importante era la instalación del verosímil del relato de una perfección tal que uno terminaba diciendo: “dale, continua que te lo creo todo”.
Las otras dos partes que se filmaron, repitiendo una y otra distintos personajes, se apoyaron de lleno en el potencial construido en la primera, pero en resultados estaban muy alejado de la original.
“Jurassic World” llega muchos años después de la primera, ahora con un parque en total funcionamiento. Están de regreso los velocirraptores, que crearon estremecimientos en los personajes y los espectadores en el filme original y en sus secuelas.
En realidad, esta producción entretiene, posiblemente más por la anuencia de los espectadores a dejarse llevar, o a divertirse a partir del catalogo de lugares comunes en los que recae la narración.
Entonces, una vez presentados todos los personajes, casi incluidos los animales prehistóricos, se puede empezar a apostar quienes van a morir y, si redoblamos la apuesta, en qué orden, y si hacemos la trifecta, de qué manera muere cada uno, y si vamos por la cuadrifecta, a cuantos minutos empiezan a morir y en que orden. Les aseguro que los que estábamos cerca nos divertimos mucho, les anticipo que nadie gano, nos tendieron una trampa.
Volviendo al texto, más allá de las imágenes espectaculares, podría leerse como una gran critica a la sociedad yankee, al “American way of life”, a quién se le ocurre llevar a sus hijos a un parque zoológico plagado de animales gigantes, aunque aparezcan como inofensivos por ser herbívoros ¿estará mal definirlos como vegetarianos?), pero que además se sabe hay de los otros.
De que va la historia. Zach (Nick Robinson) y Gray (Ty Simpkins), un adolescente de 15 años el primero y un púber de casi 10 años el segundo, son enviados por sus padres a pasar unos días con su tía Claire (Bryce Dallas Howard), quien se desempeña como directora del parque en cuestión.
Luego aparecerá el magnate inconciente, tipo John Hammond, pero más joven, el cazador furtivo, despiadado y tan corrupto como el científico a cargo del proyecto, y por fin Owen (Chris Pratt), el joven héroe que no sólo salvara a los buenos de la cinta, sino que cuando lo presentan es el hombre del momento ya que pudo adiestrar a un grupo de velocirraptores hembras, y lo aclaro porque nada tiene que ver que Owen y Claire se enamoren, eso estaba en el guión antes de ser domador de dinosaurios.
Qué decir de la manufactura del producto, se nota que hay plata, los actores hacen lo que pueden con ese maniqueísmo a ultranza para la constitución y desarrollo de los personajes. El punto más flojo en esta entrega en relación a los distintos rubros es la música dentro de la banda de sonido, es tan pobre que nunca da con la cadencia de las imágenes, sólo cuando toman la compuesta por John Williams para la primera versión es acertado.
Varias son las variables para entender el cine, algunos dicen que es sólo entretenimiento, que no es una vía de divulgación científica, pero bien podría ser una crítica a la manipulación genética, por momentos la hiancia que separa la creatividad de la argucia científica o la ingenuidad falaz se torna borrosa.
Otra forma de leer el filme es tomar al cine como discurso político, y entender todo esto como una gran metáfora sobre la apertura política de Barak Obama con Cuba, en donde ya se pronostica la afluencia de yankees para hacer inversiones y ver los últimos dinosaurios sobre la tierra, estoy hablando de los autos viejos que circulan por las calles de La Habana y en todo el territorio cubano, ¿o ustedes. pensaban que me estaba refiriendo a seres humanos que conservan su ideología comunista? Aguante Fidel.
Me parece que acabo de derrapar hacia delante, ni a diestra ni a siniestra.
La escena final de las peleas entre los dinosaurios es para alquilar balcones, no sólo por lo espectacular de las imágenes. Si a lo largo de la proyección se estremeció, entonces se tranquilizará, si lo hizo reír, es la frutilla del postre.