Se estrena la cuarta parte de la saga creada por el escritor Michael Crichton. Bajo el ala de Steven Spielberg, Colin Trevorrow regala un tributo al film de 1993 y varias emociones en Jurassic World.
Hay películas que son intocables, inolvidables. Cuando parecía que ya nada podría sorprender, Steven Spielberg revivió a los dinosaurios como nunca se había hecho. Jurassic Park, fue un hito, uno de los máximos exponentes del buen cine industrial, una emocionante aventura familiar, donde queda al desnudo la inteligencia como narrador del niño prodigio que dio Hollywood.
El éxito de Jurassic Park, obviamente influenció a la hora de crear una saga. En 1997, el propio Spielberg se puso detrás de las cámaras de El mundo perdido, una saga que rendía mayor tributo a King Kong que a las novelas de Crichton. Ya no importaba la genética ni los peligros que acechan cuando el hombre se cree Dios. En esta secuela vale el sálvese quién pueda, sea en una isla o en la ciudad. Un producto clase B concebida con un alto nivel de autoconciencia y humor. En varios aspectos decepcionante, pero divertida al fin.
Lamentablemente la tercera parte estuvo lejos de satisfacer. Una aventura familiar que poco se relacionaba ya con las entregas anteriores. Aunque Joe Johnston no es mal realizador, en Jurassic Park 3 no había novedad, la emoción era efímera. Como si Disney se hubiese hecho cargo de la saga. Pasó con poca pena y sin gloria.
Pero con Jurassic World había expectativas. Un director joven –Colin Trevorrow solo había dirigido una simpática comedia “indie” romántica con toques de ciencia ficción- un elenco completamente renovado –con Chris “Star Lord” Pratt a la cabeza, y un contexto distinto, esta cuarta entrega prometía renovar la saga.
Pasaron 22 años desde el primer parque y ahora el sueño de John Hammond se convirtió en realidad. Un multimillonario hindú – Irrfan Khan- volvió a la Isla Nublar y concibió un parque de diversiones lleno de dinosaurios. Con el apoyo de InGen, la empresa genética que diseña a los animales extintos hace 65 millones de años, Jurassic World es un centro de atracciones que lleva más de 20.000 visitantes por día.
Zach y Gray son hermanos y van a pasar un día en el parque, gracias al pase VIP que le otorga su tía Claire –Bryce Dallas Howard- la administradora del parque. Mezcla de Disney, Sea World y un zoológico gigante el parque debe sumar animales para generar nuevos turistas. La última atracción es el D-Rex, una nueva especie, creada a partir del ADN de los más letales dinosaurios del sitio. Sin embargo, la inteligencia y ferocidad de esta especie única, que no existió en la era Paleozoica, no solamente demuestra una vez más la ambición del hombre por creerse Dios, sino también la facilidad que tiene para perder el control.
Más cercana a la filosofía de Michael Crichton que en las anteriores entregas, Jurassic World tiene una primera hora un poco lenta, donde se presenta el nuevo universo, los personajes, la relación entre ellos y numerosas subtramas, que incluyen a un capitán de la Marina –Vincent D´Onofrio- que pretende reclutar Velociraptors como armas para el ejército.
Trevorrow es consciente que debe renovar para sorprender, pero también apelar a los sentimientos del espectador. En una era cinematográfica, donde la nostalgia es un negocio fructífero, Jurassic World parece un fan film. Estructuralmente remite a la primera entrega, tiene diálogos, planos calcados, citas y enormes detalles, guiños y referencias a los films dirigidos por Steven Spielberg. Y si esto es poco, empieza a preparar a Chris Pratt como un futuro Indiana Jones, copiando movimientos, e incluso emulando el humor del personaje creado por George Lucas. Los nostálgicos amarán las referencias.
Si la primera parte del film resulta un poco frío, la segunda hora, es una aventura emocionante que devuelva al espectador a la década del 90. Corridas, saltos, persecuciones y peleas entre depredadores. Al film no le falta ni sobra un plano. Es demasiado calculado, y aún así funciona.
Detrás de Trevorrow, Spielberg confirma su presencia. En la mirada de los personajes, están los ojos del creador. El director de Safety Not Guaranteed, asegura suficientes saltos para mantenerse atado a la butaca.
La dupla Howard-Pratt lidera el film y Jake Johnson como comic relief tiene los mejores chistes para romper con la tensión. Se desaprovecha la presencia de D´Onofrio, así como de algunas subtramas que no terminan de profundizarse. La única decepción visual es el 3D, que aporta muy poco a la acción.
Jurassic World es ambiciosa desde la narración y los efectos visuales. No sorprende ni tampoco tiene el corazón de la primer entrega, pero se mantiene fiel al espíritu aventurero y tiene el suficiente ingenio para atrapar al espectador en un vorágine entretenimiento. Los dinosaurios siguen dominando el cine.