Siempre la mano del hombre
La nueva producción de los estudios de Steven Spielberg, dirigida por Kevin Trevorrow, parte 22 años en el futuro –tiempo realmente trascurrido desde Parque Jurásico (1993)- del desastre que resultó el parque del señor Hammond, pero la diferencia reside en que esta vez el predio no está a prueba, sino que está abierto y recibe a más de 20 mil personas por día.
El film no repara en gastos y rápidamente introduce al Indominus Rex, una nueva especie, mitad T-Rex, mitad collage de varios reptiles y demás información genética, creado en los laboratorios del Dr. Henry Wu, repitiendo el rol del científico a cargo, como la nueva atracción para el parque. Cuando el dueño de la isla y los encargados de la seguridad entienden que esta nueva especie requiere una mayor vigilancia, acá es donde entra el héroe, Owen, en los zapatos de Chris Pratt (Guardianes de la Galaxia, 2014), ex marine, devenido entrenador de velocirraptores, para revisar la jaula del Indominous Rex. En esta misma presentación, en el primer acto la película no pierde tiempo y todo el infierno se suelta en el parque.
Cabe destacar la actuación de Chris Pratt, quien, fiel al estilo de Spielberg, mezcla su conocida faceta humorística con un lado más serio y oscuro, una suerte de mixtura entre los personajes de Jeff Goldblum y Sam Neill (Ian Malcom y Alan Grant, en Jurassic Park, 1993). En los momentos en que el largometraje muestra flaquezas en diálogos o sus escenas con moralina y sentimentalismos incluidos, es donde Chris Pratt, con gran pragmatismo, baja a todos a tierra y hace entender –a los demás personajes y al espectador- la seriedad del asunto.
La teoría del caos propuesta por el Dr. Malcom es la punta de lanza que detona la acción, es decir, ni bien el control humano pierde sus facultades sobre las atracciones que ceden a la demanda de espectacularidad del mercado sin medir las consecuencias, la naturaleza impone sus conocidas leyes y en ese nuevo orden es donde Chris Pratt y compañía deberán frenar a la bestia salvaje jurásica. Instinto versus domesticación del instinto son las dos fuerzas que colapsan en el universo de la nueva Jurassic World.
Es importante resaltar la mala elección de escenas que hizo el estudio con respecto a los trailers, donde, fuera de contexto, muchas cosas quedaban muy sueltas. La importancia de remarcar esto, deviene de lo bien contextualizado que está el film. En ese sentido los problemas que presentan los trailers no son los problemas que termina por mostrar la película integralmente.
La crítica en que puede caer el nuevo episodio de la franquicia es que ya no es una película de animalitos extintos hace 65 millones de años y vueltos a la vida, sino que hay un nuevo monstruo, creado por el hombre, acercándose más a un film del estilo Frankestein. Pero dicho giro argumental entra muy bien en los parámetros, durante la explicación de este nuevo híbrido, el guión hace pie siempre y este nuevo Indominous Rex infunde el mismo –o más- miedo que las clásicas persecuciones del Tiranosaurus Rex allá por 1993.