En medio de la euforia ochentera y noventera por las secuelas/spin-off de esas películas que marcaron a una generación, llega Jurassic World continuación casi directa de la primer mítica parte que Steven Spielberg se atrevió a traer en el lejano 1993, sobre un futurista parque de diversiones donde la principal atracción eran dinosaurios.
Y ahora, Jurassic World, reabre sus puertas sobre la base de ese mismo parque. Sin desmentir lo que sucedió en la trilogía original, pero reinventándose y actualizando los mecanismos, y con muchos guiños a la original, con nuevos héroes como Chris Pratt y Bryce Dallas-Howard la película se basa en la creación de una nueva especie, el Indominus Rex, que se sale de control y de la que deberán escapar usando todo su ingenio y algunos velociraptors domados.
Si nos ponemos a buscar "tres pies al gato" como dicen en México, es decir, si buscamos fallas, seguramente vamos a encontrar muchísimas. Desde la genética misma de los dinosaurios hasta huecos en el guion e incluso en los efectos (hay efectos que se ven muy pobres a pesar de la evolución de la tecnología visual), pero Jurassic World logra ser lo que se propone: un homenaje que atrapa nuevas generaciones con acción, aventura y mucha adrenalina. Y es que no necesitamos plática ni mayor introducción: desde que llegamos, el parque está en funcionamiento y de inmediato llegamos al meollo del asunto. Mientras recorremos las llanuras y lugares conocidos, el filme avanza con la
acción y el sentimentalismo familiar que puede o no gustar a muchos. Lo que es un hecho es que la puesta en escena resulta divertida, entretenida, nostálgica y sobre todo, muy agradable para todos aquellos que más de una vez han soñado con visitar Parque Jurásico.