Lucha de gigantes
Jurassic Park es una de las franquicias cinematográficas más taquilleras de la industria cinematográfica. La película original de 1993 logró en los espectadores (seamos niños o adultos) que nos maravillemos con el mundo que nos presentaba y la idea de revivir a los dinosaurios, esos seres que tememos pero ninguno conoció.
En 1997 tuvimos la segunda parte y en 2001 la tercera. Ambas películas bastantes olvidables, no en término de taquilla, sino de buenas historias, que teniendo en cuenta la primera parte, merecían mejor tratamiento. ¿Y que aprendieron los realizadores de esta cuarta parte a lo largo de los años? A ofrecer entretenimiento en estado puro y homenajear la idea original. Cuenta con los ingredientes necesarios para recordarnos por qué nos gustó tanto Jurassic Park.
No vamos a encontrar en Jurassic World planteos complicados en la historia, sino por el contrario, inmediatamente va al problema para no desviarnos de la trama, y se ocupa de cómo sobrevivirán esos humanos (al igual que la película durante sus 124 minutos).
La fotografía no defrauda, como tampoco la música de Michael Giacchino, continuando el magnífico trabajo de John Williams en las entregas anteriores. Y los efectos especiales están muy correctos: los momentos en que tenemos delante a los velociraptores son perfectos.
Lo que no consigue Jurassic World es emocionarnos (salvo al principio cuando justamente escuchamos “Welcome to Jurassic World” donde Giacchino reversiona la melodía más famosa y los recuerdos nos evocan la magia desplegada por Spielberg en 1993), pero ese sueño que se nos hizo realidad al ver caminar a los dinosaurios entre los hombres por primera vez, no se ve reflejado en esta oportunidad. Ni siquiera el carácter cínico y despreocupado del nuevo protagonista masculino (Chris Pratt) nos evoca al Ian Malcolm de Jeff Goldblum.
Jurassic World deja demasiados cabos sueltos y nos deja la sensación de que nada de lo que ocurre tiene demasiada trascendencia, más que pasar de una acción a otra y no permitirnos aburrir. Estamos frente a una notable secuela, pero que no debió esmerarse demasiado para lograrlo. Esperamos ver el parque abierto nuevamente, y que no tengamos que cerrarlo de un portazo.