UN CONTRAPUNTO EXITOSO
Mads Mikkelsen hace de Markus, un militar hosco, distante y violento que debe regresar a su casa para hacerse cargo de su hija luego de que su esposa falleciera en un accidente de tren. Al mismo tiempo, Otto, un científico analista de datos que estaba en el mismo vagón en el momento del choque, llega a la conclusión de que no fue un accidente sino un atentado de una banda mafiosa. Otto recluta a su grupo de amigos neuróticos y solitarios y convence a Markus de que es necesario vengarse de los perpetradores. De esta forma, al mismo tiempo que planean una serie de asesinatos, estos individuos particulares penetran en la casa de Markus y comienzan a sanar la situación emocional del padre y de la hija y a mejorar la relación entre los dos.
Vale la pena describir en detalle la trama de Justicieros porque es en esta donde la película encuentra su mayor virtud. El guion enlaza elementos de comedia, escenas de acción y momentos dramáticos apoyándose en un buen desarrollo de sus personajes, a partir de un mecanismo de contrapunto que, si bien es habitual no solo en este tipo de producciones sino en el cine en general, está ejecutado de forma exitosa. En este caso, el contraste se da entre la fría y dura forma de ser de Markus y la naturaleza algo extraña pero cálida del grupo formado por Otto y sus amigos. El encuentro entre estas personalidades dispares da lugar a escenas de humor absurdo, pero siempre trabajado con sutileza, y contenido, de modo que, si bien se aproxima varias veces al ridículo, no llega a los extremos de una obra paradigmática en este estilo como es Fargo. Temáticamente, lo que se pone en cuestión en el devenir de la película es la necesidad de buscar una explicación causal de los acontecimientos que llevan a la tragedia como un mecanismo para lidiar con el duelo y el sentimiento de sinsentido que viene con este.
Justicieros es un largometraje más medido, que echa mano de algunas herramientas del absurdo pero sin perder nunca de vista a sus personajes. De hecho, el drama interno de Markus y compañía se vincula con el elemento temático mencionado anteriormente, de modo que, aunque por momentos la película pueda aproximarse al melodrama en un sentido negativo, este abordaje consciente, en el guion, de la cuestión del trauma y la inestabilidad emocional, hace que esas escenas sean enmarcadas y orientadas por el devenir de la trama, y no resulten gratuitas: la superación, por parte de Markus, de su incapacidad de expresar lo que siente o hacerse cargo de lo que les pasa a los demás es el arco central de la película. La obra de Anders Thomas Jensen funciona porque sabe equilibrar elementos de distintos géneros y desarrollar un tono mesurado pero atrapante, que no pierde la atención del espectador a lo largo de sus 116 minutos.