El curioso caso de Francis Ford Coppola
¿Es un film fantástico? ¿Es un relato de espionaje en la Segunda Guerra Mundial? ¿Es una historia de amor? No, es la nueva película de Francis Ford Coppola, anterior a su visita a la Argentina para realizar Tetro. En Juventud sin Juventud confluyen varios géneros articulados por un dilema existencial que llega desde oriente. Basada en la novela de Mircea Eliade.
Dominic Matei (Tim Roth) es un profesor de lingüística que sigue una investigación al respecto que lo obsesiona. Un buen día lo sorprende un rayo que le provoca un rejuvenecimiento de cincuenta años e incrementar su inteligencia. Tratando de entender cuestiones relacionadas con el origen del lenguaje pasará sus días mientras busca huir de los nazis en una Rumania sitiada, previa a la Segunda Guerra Mundial.
Francis Ford Coppola construye un relato tan interesante como complejo de tintes existencialistas sobre la noción del tiempo. Lo fugaz y lo eterno para el hombre parecen ser los dilemas que se planteó el director de El Padrino desde un comienzo. El amor verdadero, las obsesiones, los descubrimientos científicos, temas que deambulan en el film constantemente a través del personaje de Tim Roth.
El film, escrito, producido y dirigido por Francis Ford Coppola, pone en relevancia dos principios fundamentales del cine, el tiempo y el espacio (sin ellos no podría existir) para construir un relato que, mas allá de la narración, formalmente nos anticipa estas cuestiones. La presentación misma de los títulos de crédito nos “narran” la búsqueda de un tiempo pasado pero presente en la existencia misma del director. La película utiliza la estructura de presentación de films de los años cuarenta, plasmando la información sobre el film en el comienzo.
Otros recursos formales son el desdoblamiento de la imagen, haciendo alusión al desdoblamiento de la personalidad de Dominic, la imagen se invierte literalmente. Del mismo modo, los planos aberrantes (horizonte quebrado) vienen a resaltar puntos de giro en la historia.
Si bien por momentos Juventud sin Juventud peca de ser demasiado compleja en su estructura narrativa, se destaca la apuesta de este director que, como todo buen creador, no deja de mutar en las historias que decide llevar a la pantalla y la manera de abordarlas, siempre priorizando la búsqueda estilística a la facilidad de los formatos ya probados.
Pero también, y como todo gran admirador del cine que es, vuelve a su esencia -al igual que el personaje de Tim Roth- apelando a su memoria fílmica para armar su film, innovando pero sin dejar de homenajear a ese cine clásico del cual supo nutrirse.
NOTA: mas allá del parentesco del relato con El curioso caso de Banjamin Button, hay que tener en cuenta que si bien se estrena posteriormente al film con Brad Pitt, Juventud sin Juventud es anterior ya que data de 2007.