La “juventud” con divina ironía
Michael Caine y Harvey Keitel interpretan a dos grandes artistas al final de sus carreras, disfrutando de un maravilloso spa en los Alpes suizos. Caine es un músico famoso, retirado del todo, mientras Keitel es un director de cine preparando lo que supone será su última gran película.
El director Paolo Sorrentino ("La grande bellezza") no propone una gran trama pero sí logra una gran comedia basándose sobre todo en el talento de estos formidables actores, que en este film realmente se lucen. De manera entendible, el que brilla más es Michael Caine, que tiene los mejores diálogos, y cuyo personaje también conlleva un enigma, ya que cuando un enviado de la reina de Inglaterra lo va a visitar pidiéndole que salga de su retiro a cambio de un título de caballero, y él se niega, el argumento lleva al espectador a preguntarse que es lo que impide al protagonista a volver a su metier.
Sorrentino, más que decidido a resolver el enigma, deja que se resuelva solo permitiendo que las escenas fluyan de manera natural, a pesar de que "Juventud" no es del todo una película de imágenes naturalistas, ya que hay también cierto grotesco felliniano en el medio, incluyendo la breve presencia de un maradoniano Roly Serrano muy divertido. También, y con más importancia en el guión, está la hija del personaje de Caine, una neurótica Rachel Weisz que, al igual que el resto de los actores, tiene una razón de ser y actúa muy bien. Aunque la que tal vez resulte más sorprendente es una hipermaquillada Jane Fonda, que parece burlarse de sí misma y de toda una tradición de divas hollywoodenses.
En todo caso, "Juventud" es una película original, llena de imágenes notables, con excelentes diálogos irónicos y no los típicos sobre historias de la tercera edad. Y sobre todo con dos protagonistas sin desperdicio.