Juventud

Crítica de Lucía Matusevich - El Lado G

Los geniales Michael Caine y Harvey Keitel protagonizan la nueva película de Paolo Sorrentino, en donde los principales temas a tratar son el paso del tiempo y la soledad que éste conlleva.

En una lujosa hostería en Los Alpes Suizos, donde las actividades al aire libre y los chequeos con distintos médicos son moneda corriente, se hospeda un puñado de personajes de lo más interesante. Fred Ballinger (Caine), ex director de orquesta, pasa sus vacaciones junto a su amigo y cineasta Mick Boyle (Keitel) y su hija, recién separada de su matrimonio, Lena (Rachel Weisz). Pero no están solos: el actor Jimmy Tree (Paul Dano) está en el proceso de desarrollo de un nuevo personaje; una pareja que no se dirige la palabra en ningún momento; un supuesto Maradona en un patético estado de salud; la nueva Miss Universo; y otros individuos, completan el interesante elenco.

La Reina Isabel II envía a pedir a Ballinger que toque su obra más conocida, Simple Songs, para el cumpleaños del Príncipe Felipe. Mientras éste se niega por motivos (aparentemente) caprichosos, su hija insiste en que vuelva a trabajar, mientras que Jimmy le dice que lo comprende porque él también es solo reconocido por su papel más famoso, pero no el mejor. A su vez, Mick, junto a un grupo de jóvenes guionistas, intenta concebir su última película a modo de testamento cinematográfico.

Todo está puesto en Juventud para darle la posibilidad a Sorrentino, principalmente a través de diálogos entre Fred y Mick e intervenidos por Jimmy, de reflexionar sobre la vejez, la soledad y el amor. Cualquier semejanza con La Montaña Mágica (1924), de Thomas Mann, no debe ser coincidencia. El hotel tiene más del Sanatorio Internacional Berghof que de un simple lugar de descanso. Fred y Mick son el Settembrini y el Naphta de Sorrentino, mientras que Jimmy toma el lugar de Hans Castorp. Los extraños y heterogéneos habitantes del hotel son el equivalente a los pacientes tuberculosos del libro de Mann.

El director decide continuar con temas ya tratados durante La Grande Bellezza (ganadora al Oscar por mejor película extranjera en 2014), pero en esta ocasión los personajes se enfrentan a su éxito y sus obras de otra manera. Fred, Mick, Lena y Jimmy deben entender de qué se trata el deseo y el horror, para poder seguir adelante con sus vidas una vez que abandonen Suiza, un lugar en el que no pasa “nada”.

Y es ahí donde está el problema de Juventud: Sorrentino hace hincapié de forma constante en los momentos donde reina la “nada”, y éstos se transforman en planos largos y por momentos innecesarios, Pero no por eso dejan de ser preciosos y elegantes, gracias a Luca Bigazzi, habitual colaborador del director.

Las actuaciones de Caine y Keitel, a sus 82 y 76 años respectivamente, son impecables. Son las escenas de diálogo entre ellos las mejores de la película, las más ricas en cuanto a guion e interpretación. Dano, que ya ha demostrado ser un gran actor en Love & Mercy, aquí está más que correcto. La que se queda un poco atrás es Weisz, que pone demasiado la cara de mujer sufrida y exagera un poco.