Clara no logra aceptar la reciente muerte de su padre: tiene que haber algo más. Así, revolviendo papeles encuentra señales que la llevan a un lago remoto en Tajikistán donde cree que su padre tenía otra vida.
Tras la muerte de su padre, Clara (Agustina Muñoz) comienza junto a su familia de la alta sociedad el largo proceso de duelo. Con sus hermanos tratan de contener a su madre (Dominique Sanda) ante la dolorosa pérdida del progenitor, visitándola a diario. Pero revisando las cosas del padre descubre pequeños indicios sobre un pasado oculto, relacionado a un remoto país de Asia. A medida que esto comienza a carcomer su curiosidad y aprovechando el casamiento de una amiga en Turquía, se vale del viaje para escaparse hacia ese recóndito lugar y descubrir el secreto. Un paisaje montañoso y desértico de fondo es testigo de la segunda mitad de la trama, centrado en aquello que una persona puede llegar a atesorar y no animarse a contar. Clara comenzará un viaje en el que no solo descubrirá una historia desconocida sobre su padre, sino también sobre las propias intenciones de ella misma.
Con un proyecto tradicional de proceso de autodescubrimiento, el film de la debutante Saula Benavente está claramente dividido en dos partes. El duelo y el descubrimiento. El primero transcurre en Buenos Aires en una familia de cómoda posición, lo cual -a excepción de los diálogos entre la madre y la tía de Clara- pareciera que no termina de conectar con el espectador. De carácter cerrado, la misma protagonista se suma también a esta falta de identificación con el público. El descubrimiento, por su parte, se remonta a más de 10 mil kilómetros de distancia, en la aletargada comunidad que reside a orillas del lago Karakul; el más profundo y de mayor altura en el mundo, por lo que también uno de los más difíciles de alcanzar. Y en similitud con la dificultad para arribar a este paraje, nuestra protagonista también tendrá impedimentos a la hora de averiguar aquellos ecos paternos en este sitio en medio de la nada.
Karakol, Agustina Muñóz, Saula Benavente
La película se destaca con actuaciones sólidas y bien logradas, particularmente las de Sanda y Soledad Silveyra, quienes interpretan a la madre y tía respectivamente. Las conversaciones entre ambas aportan un salvavidas de rutinaria calidez a un guion que por momentos pareciera abarcar varios géneros en uno solo. Una pretenciosa intención en la que también figuran los disfrutables cameos de Luis Brandoni y Gabriel Corrado, pero que nada suman y terminan dejando más preguntas que respuestas. Un propósito admirable pero que trastabilla y se pierde por varios lugares.
Benavente nos deja preguntándonos si cuando parte un ser querido se termina todo. Hay veces que nos animamos a indagar sobre su pasado con tal de retener a esa persona un poco más. De aún no dejarla ir. Pero llega un momento en el que aparecen las consecuencias, y es que esos secretos se transforman en traición. Traición de una identidad construida por nuestros recuerdos. Por lo tanto, ¿vale la pena escarbar aquellos secretos que nos definen? ¿Son realmente necesarios para cerrar un duelo? Pues para aquellos que quieran saber la respuesta, se estrena este jueves 3 de septiembre a las 22hs, en la pantalla de CINE.AR.