Se estrena en Cine.Ar TV el jueves 3 de septiembre a las 22 y repite el sábado 5 en el mismo horario. A partir del 4 de septiembre disponible en la plataforma Cine.Ar
Hay diferentes maneras de atravesar un duelo. Clara (Agustina Muñoz) acaba de perder a su padre y ese trabajo (como así lo calificaba Freud) se le está haciendo muy difícil, componiendo una máscara de compostura ante su familia, principalmente su madre y hermanos, que se quiebra en la intimidad y solo se permite revelar ante su pareja. Este tránsito que, aun particular, tiene características bastante comunes se ve perturbado por una revelación inesperada. Clara descubre entre los papeles y cajones de su padre cartas y fotos que sugieren que este tenía otra vida, otra familia quizás, una vida que mantenía en celoso secreto de su esposa e hijos y que, para añadir una cuota importante de enigma, se emplazaba en un lugar tan remoto como Tayikistán. El duelo para Clara ahora adquiere ahora otra faceta muy diferente, la del descubrimiento. Sin decir nada a su familia ni a su pareja, guardándose el secreto para sí, aprovecha un viaje con sus amigas a Estambul para escabullirse y viajar a la misteriosa locación. Allí tratará de rastrear los pasos de su padre para encontrarse frente a frente con este mundo paralelo que se abre ante ella.
Y si hay maneras diferentes de atravesarlo también hay diferentes maneras de representar el duelo. En Karakol se trata de un duelo que incluye inevitablemente la vertiente del dolor pero también introduce la del misterio, el descubrimiento de un secreto hasta ahora celosamente mantenido que de repente se despliega en aristas inesperadas y empuja el duelo, y también el relato, hacia adelante. No solo la nostalgia, aferrarse al recuerdo y lo compartido en el pasado, sino también salir a encontrarse con lo extraño que se revela en aquella persona que se suponía conocida, como una manera de aferrarse a aquel que ya no está y que a su vez se transforma en otro, en alguien nuevo que permite relacionarse con el de otra manera.
Tayikistán cumple su rol como lugar de absoluta otredad. Una de las ex repúblicas soviéticas emplazada en Asia Central, una zona de la que nada sabemos y que aún hoy, en plena globalización, permanece remota e inaccesible. Para Clara ir hasta allí es como perderse, introducirse en otra dimensión. Se trata de un lugar diferente, fuera de tiempo o de tiempo suspendido, una suerte de refugio secreto donde a la vez ser otro. Si esto fue así para su padre también lo es para la protagonista, para quien este descubrimiento es también la oportunidad de encontrar un lugar propio, único e íntimo. Y es también un lugar donde elaborar su dolor sin interferencias.
Estas decisiones tienen derivaciones éticas y el film no las elude. Para Clara hacer propio el secreto de su padre y descubrir quién (otro) era, es también una forma de preservarlo, de retenerlo. Pero esto hace surgir la pregunta de si no se trata también de una forma de egoísmo. Al apoderarse completamente de este nuevo aspecto de su padre, deja afuera a su madre y sus hermanos, lo atesora sólo para sí. Ella no es ingenua acerca de estas elecciones y se pregunta por el sentido de lo que está haciendo, si ese aferrarse hasta de los objetos que pasaron por él no es una tontería pero a la vez algo a lo que no puede ni quiere renunciar.
Karakol es el segundo largometraje en solitario de Saula Benavente (co-dirigió en 2015 el documental Gule Gule, crónicas de un viaje junto a Inés de Oliveira Cézar). En su ópera prima de 2011 El Cajón, la larga espera de la llegada del cajón del finado padre es la excusa para que una familia se reencuentre y reflexione sobre la vida y la muerte. De algún modo hay aquí un interés recurrente. Es también el segundo estreno de la productora El Borde, que Benavente integra junto a Albertina Carri y Diego Schipani, de la cual también puede verse el reciente y recomendable documental Bernarda es la Patria, dirigido por Schipani.
Siendo un film que lidia con sentimientos a veces intensos, donde hay dolor, incertidumbre y más de una vez llanto e impotencia, Banavente no se entrega al desborde y prefiere más bien la sutileza en su representación. Los personajes mantienen su dolor para sí mismos y en el único personaje en donde ese desborde se manifiesta en forma expansiva y ruidosa, el de la tía interpretada por Soledad Silveyra, es donde se intuye cierta impostura y falsedad. Y se trata también de un film de reflexión. Sus personajes se hacen preguntas sobre la vida, la muerte, los sentimientos, que quedan planteadas y no tienen aquí respuestas claras o universales. El film balancea con naturalidad esos dos mundos que su protagonista transita, desde esa cotidianeidad un tanto prosaica que por momentos se acerca a una suerte de costumbrismo de clase alta, a esa otra vertiente que adquiere los caracteres del misterio y la aventura.
KARAKOL
Karakol. Argentina. 2020
Dirección: Saula Benavente. Elenco: Agustina Muñóz, Dominique Sanda, Soledad Silveyra, Santiago Fondevila, Guido Losantos, Pablo Lapadula, Juan Barberini, Mia Iglesias. Guión: Saula Benavente. Fotografía: Fernando Lockett. Música: Gabriel Chwojnik. Montaje: Marco Furnari. Sonido: Juan Molteni. Dirección de Arte: Graciela Galán. Dirección de Producción: Eva Padró. Producción: Albertina Carri, Diego Schipáni, Saula Benavente. Duración: 93 minutos.