Karnawal

Crítica de Alejandra Portela - Leedor.com

Una tradición, el carnaval, que a lo largo de los siglos, fue hibridando elementos cristianos e indígenas y hoy resulta un espectáculo para turistas en el gentrificado Norte Argentino. Lugar de fronteras, la Quiaca linda con Villazón, ciudad boliviana a la que el Cabra viaja en la primera escena de Karnawal. Y Cabra lo hace por un oscuro encargo que le permitirá comprar unas botas de malambo. Las tensiones de ese paso de frontera y una posterior persecución, resultan buen inicio para la ópera prima de Juan Pablo Félix que se estrena en Buenos Aires en medio de su recorrida por Festivales donde obtuvo ya varios e importantes premios (En Málaga, en Guadalajara, en SANFIC de Chile, en Viña del Mar) antes de abrir el proximo Festival de Valdivia.

Filmada en Jujuy y parte de Bolivia, la película aprovecha esos paisajes sin hacerlos postal: zona de secas polvaredas cuando a Cabra lo persiguen para golpearlo, o zona de fiestas nocturnas para una familia que se reencuentra a la fuerza, aprovechando el momento de fiesta para tener algun destello de felicidad, o zona de montañas gigantescas en una última parte cuando estalla el conflicto al que se llega algo forzadamente. Seguramente las escenas de malambo, protagonizadas por el joven bailarin Martín López Lacci serán bien apreciadas. La energía que despliega el Cabra en esos bailes se resume en el grito final frente a tanto silencio anterior. Cabra/Lopez Nacci tiene una mirada extremadamente fuerte y generalmente el director descansa en esa fuerza para expresar lo que no aparece en el diálogo.
Hay algo interesante en esa resistencia a no poder separarse tras del encuentro con el padre biologico que sale de la cárcel y un triángulo amoroso que se vislumbra más allá de lo explícito.
Karnawal es una digna coproducción entre Argentina, Chile, Brasil, México, Bolivia y Noruega, su proyección internacional ya la está demostrando. Antes que una facilista relación con Billy Elliot, pensaría mejor en la notable Ya no estoy aquí del director mexicano Fernando Frías, con la que tiene más puntos de contacto: sea la geografía de frontera o el tema del baile, además de ser latinoamericana, claro.