En los últimos años las pantallas televisivas de los dos canales líderes del país fueron invadidas por telenovelas turcas, y para aprovechar el envión que traen esos éxitos recala en la Argentina ésta película de Turquía.
Y lo decimos así, lacónicamente, porque cuesta enormemente intentar explicar lo que dirigió Çagan Irmak.
Durante la primera parte vemos como Kerem (Engin Akyürek), un exitoso arquitecto, que siempre está de buen humor, con una sonrisa en su cara, que lleva el optimismo a flor de piel, que nada lo hace tambalear, ni siquiera su esposa Yesim (Hilal Altinbilek), quien tras varios intentos de fertilización sigue sin poder quedar embarazada. Ella está triste, aunque no deprimida. Juntos van en auto a una casa que tienen en el campo para despejarse un poco, cuando la tragedia los atrapa, pues en un accidente ella muere y él queda herido, pero se recupera y las pesadillas lo atormentarán continuamente.
A partir de un planteo tradicional, pero contundente del drama que atraviesa, la historia vira hacia un costado de incongruencias e inverosimilitudes alarmantes. Primero, porque a Kerem se lo acusa, y absuelve, de haber atropellado y matado a un chico, pero, a raíz de haberlo esquivado es que termina volcando con el vehículo. Las pesadillas que lo aquejan son del espíritu de ese nene y de alguien más. Para poder combatirlos tiene que ir a un pueblito cercano, sólo habitado por una bruja vieja y ciega que vive con su nieto en una modesta casa. La abuela Zisan (Serif Sezer) gracias a sus poderes perceptivos “ve” al monstruo y sabe cómo combatirlo.
Lamentablemente lo que apuntaba para un drama a la espera de ver cómo el protagonista resolvía su vida, gira drásticamente el género a algo cercano al terror, pero con situaciones que causan risa.
Una cosa es que por un rato el héroe alucine o pierda la razón, y otra muy distinta es que se la haga perder al espectador, pero no adrede, sino por grandes falencias en el guión. Hasta el pomposo título en español no se entiende.
Lo que sí podemos asegurar es que puede competir claramente como la peor película de la historia, aunque las otras cuentan con el aliciente de que las hizo gente con un gran entusiasmo y escaso presupuesto, algo muy distinto al de este caso donde se notó claramente que el dinero en Estambul sobró para poder filmarla, pero así también, termino siendo muy pobre artísticamente.