A caballo de un éxito televisivo ajeno, "Kerem, hasta la eternidad", de Çağan Irmak, resulta un producto fallido ajeno a cualquier cosa que asome a lo cinematográfico. La cartelera local suele completarse de títulos hollywoodenses, nacionales, de los países más importantes de Europa, y en menor medida de algún film remoto que logre llegar de países más lejanos gracias al renombre de su realizador, o alguna moda artística.
Por eso que el estreno de una película proveniente de Turquía puede ser todo un evento.
Más teniendo en cuenta que ese país pasó por épocas de oro en materia de séptimo arte, y que cuenta entre sus filas con nombres como los de Fatih Akim o Nuri Bilge Ceylan; además de tener una famosa industria alrededor de rip off de éxitos de Hollywood que hacen la comidilla de lo conocido como Cine Zeta.
Lamentablemente, "Kerem, hasta la eternidad" no responde ni al sector más artístico, ni al delicioso cine berreta de placer culposo; su origen es otro fenómeno. La clave podemos verla desde su afiche. Arriba de una foto gigante del rostro de su protagonista, la frase promocional reza “El protagonista de Fatmagül llega al cine para conquistarte”. "Kerem, hasta la eternidad" es un producto de puro origen y deudor televisivo.
El susodicho es Engin Akyürek, que aquí encarna a Kerem, un arquitecto de éxito, que viaja junto a su esposa durante las vacaciones. En el transcurso, tienen un accidente, y en el mismo, fallece la mujer, pero además muere un niño atropellado por el propio Kerem.
Confundido ante la conmoción, se refugia en un pueblo cercano en el que conocerá a una curandera o pitonisa que lo ayudará a sanarse mediante extraños poderes. Para agregarle algo más de sazón a esta historia, se suceden una serie de hechos que tiñen todo de un halo de misterio. Este producto podría pertenecer al género de suspenso, al thriller, y hasta incluso al terror, si atendemos a los elementos en juego.
Pero no, se conforma con pertenecer a un limbo en el que, en el mejor de los casos, se verá como una telenovela turca comprimida. Existen sobrados ejemplos de productos televisivos llevados al cine. Inclusive en nuestro país, décadas atrás era común ver extensiones cinematográficas de las telenovelas de mayor éxitos como "Rosa de lejos", "Jacinta Pichimahuida", o "Carmiña".
Aún en esos casos (en los que también podríamos encolumnar a la saga "Bañeros" y afines), hay alguna intención de planificar la cuestión con un mínimo de lenguaje de cine, cosa que no ocurre en "Kerem, hasta la eternidad"; cuyo único antecedente inmediato, quizás lo encontremos en el compilado de capítulos estrenado el año pasado sobre "Moisés y los diez mandamientos". Akyürek se presenta como principal y único caza espectadores de esta propuesta.
Pero el protagonista de "¿Qué culpa tiene Fatmagül?" y el actual éxito de Telefé "Kara para Ask" hace poco y nada para trascender ese cerco de ser la cara bonita de la televisión. Quizás a lo largo de los capítulos de una telenovela (más las turcas que suelen ser interminables) encuentre un mejor arco para desplegar sus emociones.
En "Kerem, hasta la eternidad", los 105 minutos (que se hacen eternos) no parecen serle suficientes para que por su cuerpo pase algo más allá de la parquedad. Sus defensores podrán decir que es por el shock que sufre el personaje; pero no, a Kerem le pasa de todo, antes y después, y por Akyürek no pasa absolutamente nada. Permanentemente esperamos que saque de algún recoveco un frasco de perfume y lo promocione a cámara.
Así se ve la cinta, con la estética, y la estilizada lentitud, de una publicidad de perfume fino, pero sin la sutileza de los mismos. Con un clima muy similar a la de la reciente ola de cine religioso (aunque sin llegar a serlo), "Kerem, hasta la eternidad" pretende dejar un mensaje esperanzador con la delicadeza de un elefante durante una estampida.
Todo está subrayado, sobre explicado, y remarcado con todos los medios audiovisuales que tiene a su alcance. Un lenguaje visual y auditivo al servicio de crear esa atmósfera acogedora propia de una telenovela para la hora del té. La historia es trunca, apresurada, y no responde a la menor lógica ni progresión dramática.
Tampoco mejoran el panorama los actores secundarios, sumado a que aquí sólo se estrenará en una copia doblada a un castellano neutro muy dificultoso.
Çağan Irmak se limita a los planos cerrados, y a enfatizar un halo de misterio que no es tal porque la historia nunca se eleva demasiado como para atrapar. En el montaje y en la fotografía brillosa escogida es donde más se demuestra su esencia televisiva, sumada a una elección de escenarios tampoco muy acertada. Probablemente "Kerem, hasta la eternidad" hubiese servido como puntapié para otro éxito de las ficciones hogareñas turcas, aunque sea como miniserie.
Su formato, su aspecto técnico, y sobre todo, su estilo narrativo, es algo totalmente ajeno al mundo del cine.