La sinopsis de esta película turca puede mover a equívocos, aunque no sea del todo incorrecta, pero sí, parcial.
Kerem (el astro de la telenovela turca Engin Akyürek, protagonista de ¿Qué culpa tiene Fatmagül? y Kara para Ask) está felizmente casado. Es profesional, de clase alta, pero lo único que aqueja a la pareja es que no han podido concebir un hijo. Por más métodos de fertilización que han probado, Yesim no ha quedado embarazada.
Así que el esposo le propone, para despejarse, ir a la casa de campo. Cuando lo llama al cuidador, éste no menos de dos veces les desea que tengan un buen viaje.
En el cine esto es igual al soldado que, en el frente de batalla, saca de la billetera y muestra la foto de su novia. Posta que el tipo se muere.
No le pasa eso a Kerem, porque es el protagonista y nos quedaríamos sin película, pero sí tienen un accidente: un niño (!) se cruza en la ruta antes de llegar, el vehículo vuelca y quienes fallecen son la esposa y el chico.
A partir de ahí podría desencadenarse un drama. Que es lo que ocurre, pero lo que gana el centro de la atención en el guión son ciertas apariciones que ve Kerem.
Con lo que el drama se transforma en filme de terror. U horror. O ambos.
Kerem, más allá de la eternidad es una superproducción turca. No sólo por el salario que habrá cobrado Engin Akyürek, sino por los efectos especiales. Tampoco crean que esto es Harry Potter (aunque una figura maléfica, mirándola con cariño, se parece en algo a Voldemort). El problema con la película es que resulta poco creíble en esa vertiente metafísica con la anciana ciega a la que acuden para resolver el problema de las apariciones.
Todo se embrolla más con cierto pasado del protagonista, que no develaremos para que las fans de Engin puedan, al menos, contentarse con alguna sorpresa. Estilísticamente el filme está iluminado como si se tratara de interiores de un programa de televisión.
El cine de género, como las telenovelas, tienen sus claves, y aquí no han dado en el clavo.