Terror televisivo
Hay que encontrar la justificación para que Kerem, hasta la eternidad (Çocuklar Sana Emanet, 2018), de Çağan Irmak, llegue a las salas argentinas, tal vez el motivo radique en el éxito que las novelas de origen turco tienen hace algún tiempo en la pantalla local.
Habría que ver si esos miles de espectadores, que todos los días asisten a las aggiornadas historias de amor en medio de escenarios exóticos, acompañan también un producto de estas características y que rompe, en su enunciación, con la tradición del clásico formato y género que lo contiene.
En Kerem, hasta la eternidad está Engin Akyürek, el protagonista de los sucesos Kara para Ask y Qué culpa tiene Fatmagül?, dos telenovelas que han logrado posicionarlo como una de las figuras reconocibles de un fenómeno que ha tomado por sorpresa a más de un desprevenido programador local.
Hablando ya de la película, la historia de Kerem, hasta la eternidad es simple, en un viaje de placer, el exitoso publicitario Kerem (Engin Akyürek) tiene un accidente automovilístico en el que no sólo pierde a su mujer, sino que mata a un niño de una aldea cercana. Recuperado del choque, pero atribulado por las pérdidas, comienza a tener alucinaciones permanentes, por lo que deberá acudir a una anciana con poderes para sanar sus heridas. A partir de allí todo se precipita, y el inverosímil se apodera de un relato que recurre al factor sorpresa para generar sentido.
Así, aquello que podría parecer, a simple vista, un producto menor, destinado sólo para fanáticos, con el correr de los minutos se demuestran todas las sospechas, acentuando falencias narrativas, discursivas, de puesta y dirección, que resienten la propuesta (sin mencionar que se estrena en versión doblada en el país).
Si el fenómeno anteriormente mencionado de las novelas turcas era entendido como producto del extrañamiento ante la visibilización de costumbres ajenas y exóticas enmarcadas dentro del clásico romance entre chico y chica, en esta película el esfuerzo por universalizar el relato, desarrollado en escenarios comunes, hacen peligrar no sólo su empatía con los seguidores de las novelas, sino también, con el de potenciales espectadores ajenos al boom.
Engin Akyürek interpreta a Kerem con escasos matices, siendo en su protagonismo lo mismo la muerte de su mujer, el asesinato de un niño, o el chantaje del que comienza a ser víctima, imposibilitando así tomar en serio un producto que no puede superar su origen televisivo, ni siquiera incorporando algunos puntos de color y folklore local y que sólo desea capturar fanáticos e incautos para seguir reproduciendo ideas occidentales en un mundo completamente ajeno.