Una cebra distinta
Khumba es una joven cebra muy acomplejada. Nació con rayas que cubren sólo la parte delantera de su cuerpo. Por esta razón, sufre de las burlas de sus compañeros. Para colmo, por causa de esta diferencia, su manada la designa como responsable de la sequía que la está afectando. Khumba decide entonces salir a la búsqueda de la supuesta cueva mágica de la cual la primera cebra salió con todas sus rayas. En este viaje iniciático, la ayudarán una ñu y un avestruz para superar algunos obstáculos -un encuentro con algunos perros salvajes, otro con damanes de El Cabo-, y se enfrentará a su peor enemigo, el leopardo Phango -una especie de primo de Shere Khan de El libro de la selva-.
Si es muy bien lograda en términos visuales, acercándose a la estética de Pixar, descrita de esta manera, Khumba, la segunda película de animación del estudio sudafricano Triggerfish -después de Zambezia- no se destaca por su originalidad y, de hecho, por su trama general, no lo es. Muy tierna y sencilla, apunta sobre todo a los espectadores más pequeños. Sin mucha sutileza, busca transmitir un mensaje de tolerancia y de aceptación de lo distinto.
En cambio, los más grandes podrán ver una clara referencia al régimen de segregación que caracterizó ese país durante el siglo pasado. La manada de las cebras se construyó un santuario para aislarse del mundo, del cual excluyó todos los demás animales. La originalidad de este film y el interés que puede despertar para los más grandes residen precisamente en algunos pequeños toques que no se podría esperar de una película estadounidense, pero sí de una realizada en Sudáfrica: una referencia al rugby y los famosos Springboks en el encuentro con un grupo de gacelas medio tontas, en una de las secuencias más divertidas de la película; otra al negocio de los safaris organizados para el cual los supuestos animales salvajes terminan bien domesticados. Sin embargo, por ser refrescantes, estos toques y los efectos que logran producir son momentáneos, demasiado cortos para que esta película sea realmente apasionante para todas las edades.
Si los más pequeños podrán salir encantados por la cebra y los varios amigos que se hará en su camino, es probable que los más grandes con Khumba terminen como aquel leopardo Phango: quedándose con hambre.