Debo admitir que la primera Kick Ass estaba buena, aunque el lastre del filme eran sus súbitos cambios de tono, los cuales terminaban por descolocar a cualquiera - se iba del humor liviano a la brutalidad más extrema en cuestión de segundos -. Quizás los mayores logros de Kick Ass hayan sido sacar a Matthew Vaughn del gueto y convertirlo en un director respetado en Hollywood - así es como le dieron el timón de X-Men: First Class, uno de los mejores títulos de la franquicia -; y en presentar al mundo a ese torbellino llamado Chloe Grace Moretz. No sé si la Moretz es una gran actriz - hubo un par de cosas que vi posteriormente y no me convencieron -, pero creo que lo suyo es poner cara de desquiciada y patear traseros. Y, como aquí lo demuestra, parece tener un delicioso don innato para ello.
En sí, Kick Ass 2 no recorre ningún camino nuevo. Toma muchas cosas del original, las pule y las expande, pero da la impresión que ahora los ingredientes están más balanceados y mejor cocinados. No está Matthew Vaughn - se reservó el puesto de productor -, pero está Jeff Wadlow, un tipo ignoto que dirigió un par de películas directas a video (como Never Back Down) y que pronto prueba ser tan hábil con la pluma como con la cámara. Porque aquí dirige y escribe y, guau, lo hace con gran altura.
El gran problema con la original era que el protagonista era un insulso de aquellos y las cosas sólo funcionaban cuando aparecía Hit Girl - la Moretz enfundada en disfraz y partiendo huesos a mansalva - en pantalla. Acá los papeles se han reescrito de manera un tanto más equilibrada y, aunque Hit Girl sin dudas es la ladrona de escenas por excelencia, el tontín Kick Ass tiene su cuota de momentos interesantes. Aún así, parte del problema con el papel es Aaron Taylor Johnson - ese flaco con cara de nene que se casó con una cuarentona en la vida real, le hizo un par de pibes, y que aquí regresa pasado de esteroides, con lo cual parece un niñato injertado en el cuerpo de Sylvester Stallone -, quien simplemente carece de carisma. Acá actúa algo mejor y tiene un rol bastante más elaborado, pero está más cerca de Woody Allen que de Hugh Jackman. Por lo menos las escenas con él no aburren. Del otro lado del mostrador está Christopher Mintz-Plasse (que no es mints, please!, como siempre se me ocurre), al que le toca hacer de loco malo. Ciertamente Mintz-Plasse no es el nuevo Heath Ledger pero al menos su villano es bastante digno, y uno se divierte con sus ocurrencias.
El quid de la historia pasa por los dilemas; a final de cuentas, ésta es gente que se ha metido a vivir una doble vida, y no termina de ser feliz en ninguna de ellas. A la noche combaten al crimen, pero son ilegales y perseguidos por la ley, y de día son una parva de perdedores despreciados por los demás. La auténtica heroína real es Hit Girl (Moretz), pero ella misma siente que está perdiendo parte de su vida e intenta adaptarse como una adolescente común y corriente. Por supuesto la movida no sale como lo esperado - las mejores partes del film pasan por ver a la Moretz mordiéndose los codos para intentar ser normal, descubriendo sus hormonas alteradas al ver los ídolos teen, o metiéndose en toda esa anhelada (pero pútrida) rutina del secundario, sea estar con las top girls, ser porrista, salir con los atletas de la escuela, etc -, y pronto la chica manda a freir churros a sus pedantes compañeritas de colegio. Por otro lado el insípido Kick Ass ha logrado unirse a una banda de vigilantes liderada por un desquiciado ex-asesino que se hace llamar el coronel Barras y Estrellas (Jim Carrey). Mientras que Carrey sigue probando suerte con personajes oscuros e intensos (como el mago descontrolado de The Incredible Burt Wonderstone), no termino de entender qué es lo que hace aquí. Quizás haya aportado un par de líneas de remate al corte final y esté ok en el papel, pero se trata de un rol que podría haberlo ocupado cualquier otro - digamos, Willem Dafoe -. Lo suyo es intenso pero controlado, y ni siquiera es tan descollante como para resultar memorable.
Las cosas se mechan cuando el hijo del mafioso al cual acribillaron en la película anterior (y que era interpretado por Mark Strong) se le ocurre cobrar venganza del enmascarado verde y su letal compañera púrpura. A diferencia de la primera Kick Ass aquí las cosas van más de comedia, aunque hay momentos en que el humor es negrísimo y parece salido de una película de Tarantino. Como es menos chocante, menos solemne y menos subversivo que el capítulo 1, Kick Ass 2 termina resultando mejor filme que su predecesor, simplemente porque es mas parejo, más entretenido y más llevadero; desde ya que muere gente (y a veces de manera bastante fea), pero dichas secuencias no logran torpedear el tono ni los logros del filme. Por contra, en el original parecía haber cierto deseo perverso de Vaughn en intentar descolocar al espectador, fuera exhibiendo una muerte extremadamente violenta a cada rato, o mostrando como un adulto le propinaba una brutal paliza a una nena de 12 años.
Como decíamos, la cosa viene de venganza. Aún cuando el malo tenga cara de tarado y sea un completo inútil, por el otro lado está tan forrado de dinero que puede reclutarse un ejército de sicarios a piacere y disfrazarlos como él quiera - como dice en un momento, "mi superpoder es el dinero!" -. Aún con toda su inoperancia el tipo posee su cuota de oscuridad y llega un punto en que empieza a actuar con eficiencia. En especial cuando recluta a una colosal amazona de casi dos metros - a la que bautiza como "Madre Rusia" -, la cual parece esculpida en metal y es tan implacable como brutal.
Si en Kick Ass 1 había una sátira inteligente al género de los superhéroes, aquí se empieza a mover directamente con las reglas del género, aunque conserva algunos elementos de metaficción. Toda esta gente filosofa sobre su papel basándose en lo que conocen de la mitología de los comics, y llegando a comportarse de acuerdo a dichas directivas - piensen en algo parecido a Scream, pero ambientado en el universo de los héroes de historieta -. Muchas de sus conclusiones son interesantes pero, por sobre todo, está el factor fundamental que es la química: actúan bien, son simpáticos y queribles - incluyendo los villanos -, y son lo suficientemente ricos como para preocuparnos por su suerte y estar atentos a sus próximas movidas. En especial Aaron Taylor Johnson, el que muestra tener algo más de pulso en esta segunda aparición como el personaje de marras.
Es más que probable que los fans de culto disfruten más de Kick Ass 2 que el resto de los mortales. Yo creo que hay elementos para todos los gustos, pero el nivel de metaficción funciona mejor para el conocedor que para el neófito. Hay acción (brutal), hay humor (brutal), hay buenos personajes (que a veces sufren destinos brutales), hay un buen desarrollo, buenas actuaciones y una gran dirección. Es más que probable que se venga la tercera y última, y me gustaría mucho que Jeff Wadlow la vuelva a dirigir. Aquí ha probado tener mano de sobra para manejar el material e, incluso, sacar lo mejor de él. Y aunque no se trata de la mejor vuelta de tuerca al género, Kick Ass 2 es un entretenimiento inteligente y muy respetable, razón por la cual ha terminado de ganarse nuestra más sincera recomendación.
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