Hace algo más de tres años, Matthew Vaughn sorprendió gratamente con Kick-Ass, comedia sobre un típico adolescente no demasiado popular en el colegio secundario y fanático de los cómics que decidía convertirse en el superhéroe del título, pese a no tener poderes especiales. Lamentablemente, todo lo que surgía como irreverente, simpático y fluido en aquel film original ahora suena forzado y esquemático en esta secuela escrita y dirigida por Jeff Wadlow.
El problema no es que aquí todo sea caricaturesco y estereotipado (a fin de cuentas, se trata de reproducir la estética y el estilo de la historieta), ni siquiera la fuerte dosis de misoginia o las poco logradas irrupciones de humor escatológico que se acumulan. Lo que hace de Kick-Ass 2 una experiencia menos disfrutable que la anterior es su guión elemental, unas coreografías de luchas cuerpo a cuerpo no demasiado lucidas y un permanente uso "ingenioso" de la voz en off para contrastar a pura ironía con las imágenes (recurso que termina por abrumar).
El film arranca con Mindy (una Chloë Grace Moretz que ahora sí tiene su merecido protagónico) disparándole al pecho de Dave (Aaron Taylor-Johnson). Su cuerpo cae, pero en la siguiente toma vemos que él estaba protegido por un chaleco antibala. Ella saca entonces un arma de un tamaño mucho mayor y vuelve a apretar el gatillo. Así es esta segunda entrega: más grande, más ruidosa, más ampulosa... pero menos lograda. Mindy ha convertido a su Hit-Girl en una verdadera superheroína a fuerza de un duro entrenamiento. Dave, en cambio, ha intentado volver a ser un chico normal en la escuela, pero la valentía de su Kick-Ass en el film previo ha inspirado a una serie de nerds y freaks que han fundado la Justice Forever, una liga de patéticos sub-Avengers liderada por un coronel (un irreconocible Jim Carrey). Y también reaparece, claro, Chris (Christopher Mintz-Plasse), que se ha autoproclamado el villano The Motherfucker, para emprender su venganza contra Kick-Ass y Hit Girl por lo que le hicieron a su padre.
Lo que queda para la larga segunda mitad es un mero enfrentamiento entre las fuerzas del Bien y del Mal resuelto con el manual básico de la comedia adolescente y el cine con espíritu de cómic. Puede que a los fans de la saga (que los hay y en buena cantidad) les alcance con esta acumulación de lugares comunes para pasar un buen momento. El resto, mejor abstenerse.