Había una buena idea en la primera Kick Ass, que por otro lado provenía del comic en el que se basa: que no siempre la voluntad permite que nos transformemos en lo que querramos. En la crítica a esa idea de la utopía americana y en su mezcla de violencia disparatada y parodia constante del super héroe, el film lograba ser interesante, fresco, incluso emotivo. Pero esta segunda parte tiene todos los defectos y ninguna de las virtudes de la primera. Aquí, el accidental éxito del joven enmascarado y sin talento ni fuerza lleva a otros fans a convertirse también en vigilantes enmascarados, lo que causa cierto caos. Pero las bromas para entendidos, la búsqueda del efecto físico más o menos gratuito y el desliz hacia la pura parodia hacen que aquello que tenía de interesante, de humano y de ambiguo el film original se diluya absolutamente. Da la impresión de que al director le interesan menos los personajes que diseñar un lindo póster. Una buena idea que ya dio todo lo que podía dar.