Hit me baby one more time
Cuando este año Quentin Tarantino dio a conocer su listado de films favoritos del 2013 fue sorprendente ver entre los mismos a Kick Ass 2 de Jeff Wadlow, pero bastarán ver algunos minutos de esta secuela para entender que el espíritu de la cinematografía del afamado director trasunta este relato de súper héroes.
Nacido de la inspiración de un comic notoriamente oscuro y violento de Mark Millar y Jon Romita Jr., la primera entrega nos sumergió en un universo de héroes anónimos que se fabricaban sus propios trajes y luchaban contra el mal en los ratos libres luego de cumplir con sus tareas diarias.
Así, Dave Lizewski (Aaron Taylor Johnson ) se dedicaba a entrenarse para cumplir con su misión de convertirse en un enemigo acérrimo del delito y en este derrotero conoció a Mindy Macready (Chloe Moretz) y a su padre, quienes componían una particular familia con intereses muy similares. Ahora esta segunda entrega continúa el relato cronológicamente situándonos en un marco totalmente diferente: tras la muerte de Big Daddy, Mindy se encuentra devastada con un solo objetivo de cumplir con su promesa de no actuar más como Hit Girl. Su ingreso en la adolescencia y el desamparo al que la somete su reciente orfandad crean un marco de situación difícil de afrontar para ella.
Por su parte, Dave se encuentra decidido a continuar con su entrenamiento, aunque Hit Girl deba soltarle la mano para cumplir con su promesa. Así el joven deberá buscar nuevos aliados para formar una milicia urbana que se dedique a combatir el crimen en las peligrosas y violentas calles. Allí, aparecerá en escena el Coronel Stripes and Stars (Jim Carrey), un reclutador de potenciales héroes que inmediatamente unirá a Kick Ass a esta nueva milicia. Simultáneamente, Mindy tratará de lograr su inserción dentro del mundillo adolescente y elegirá para ello el grupo más sectario y discriminador que la sociedad americana haya tenido: las porristas. Así tratará de dejar de lado su púrpura uniforme para vestir ceñidos vestidos y tratar de ser lo más femenina posible (lo cual para ella es casi una tarea más difícil que patear traseros de delincuentes urbanos).
Kick Ass 2 transita todos los tópicos de su primera entrega añadiéndoles el ingrediente del paso por la adolescencia de sus protagonistas, todo esto sazonado con enormes cantidades de violencia explícita, humor ácido, una completa autoconciencia de todos los clichés del universo de superhéroes, como así también del mundo adolescente y su crueldad extrema. El acceso irrestricto a las armas, la incomunicación familiar, las relaciones disfuncionales, la xenofobia, el dinero como medio para comprar voluntades son elementos que aparecen retratados con una mirada socarrona pero no por ello menos auténtica, que invita a reflexionar sobre la inamovible idiosincrasia de la sociedad norteamericana y su endeble sistema de valores.
Kick ass 2 no sorprende demasiado por seguir manejando los mismos códigos de la primera película (que serán disfrutados por una franja etaria muy marcada) pero sin embargo las actuaciones convencen y sobre todo la de Moretz, que a esta altura es el principal atractivo de la secuela.
El villano principal a cargo del histriónico Christopher Mintz Plasse (que en este caso asumirá el nombre de Motherfucker) es la encarnación del niño rico mimado norteamericano. Incluso, el hecho que use un traje confeccionado con los atuendos sadomasoquistas de su madre nos brinda una acabada muestra de su desequilibrio emocional, el principal motor de su accionar.
Aquellos espectadores ajenos al mundo de la novela gráfica de Millar y Romita Jr podrán incluso creer que la excesiva violencia del film es extrema, pero los fanáticos de este universo sabrán que la misma ha sido notablemente morigerada para esta adaptación cinematográfica.
En definitiva, el disfrute o no de la propuesta pasará por conectar con este universo lúdico, violento y extremo carente de verosímil que repite las fórmulas del pasado para entretener a un público fiel a este tipo de entretenimiento pochoclero pero efectivo.