Entrañables, así sentía uno a los personajes de Kick Ass,y con gran ansiedad augurábamos una secuela/precuela. Y acá estamos frente a “Kick Ass 2”(USA, 2013) con más preguntas y tristeza que resoluciones y entretenimiento. En esta secuela, dirigida por Jeff Wadlow (“Cry Wolf”, “Pearl Harbour”, etc.), el tono risueño y pasatista se cambia por reflexiones filosóficas que contradicen su lúdico espíritu original (tanto en la primera parte como en el cómic), y encuentra en esta oportunidad a nuestro héroe, interpretado por Aaron Johnson, en la disyuntiva de continuar salvando el mundo o no.
Mientras reflexiona, piensa que lo mejor que puede hacer es aliarse a Hit Girl (la ascendente Chloë Grace Moretz) para convertirse en una letal pareja contra los villanos. Pero Hit es controlada obsesivamente por Marcus (Morris Chesnut), a cargo de la joven luego de la muerte de Big Daddy (Nicholas Cage). Para convertirse en los nuevos paladines de la justicia, la niña debe escaparse de la escuela para poder entrenar a Kick Ass hasta convertirlo en un héroe infalible.
Pero como todo puede fallar (ya lo decía Tu Sam) Wadlow decide que la historia de la conversión de Hit Girl/Mindy en una mera mortal más, era mucho mas interesante que profundizar en ella y su vínculo con Kick Ass.
Entonces hay que verla a ella expuesta por un par de porristas a las cursilerías más obvias y a grupos musicales del estilo de One Direction. Y Mindy/Hit no sabe qué hacer. O sí. Justo en el momento que le arman una emboscada en plan “Carrie”(que oh casualidad protagoniza). Ajeno a todo esto, Kick Ass quiere pertenecer a algún grupo o dupla, por lo que se une a “Justicia para Siempre”, una especie de “Liga de la Justicia” pero en plan patético, liderada por el Coronel Barras y Estrellas (un desaprovechadísimo Jim Carrey). Y todo es desconcierto.
Brilla por momentos el villano de turno, Red Mist, ahora The Motherfucker (Christopher Mintz), con sus tonterías y desatinos, quien comenzará a esparcir por la ciudad, luego de asesinar accidentalmente a su madre, el miedo. Y algunas incorporaciones como Mother Russia, una implacable asesina rusa que se parece mucho a Brigitte Nielsen, pero tuerta.
Nuevamente está el exponer el cuerpo para afirmarse como héroes, los trazos gráficos para indicar que esta película es la más COMIC de todas las historias de seres comunes convertidos en titanes y las torpes peleas al estilo serial televisivo Batman de los años sesenta.
Pero hay en la industrialización del producto una gran pérdida, la de la fidelidad a la historieta creada por Mark Millar y John Romita Jr., la de la inocencia de los nuevos héroes y el intento, imperdonable, de transformación de Hit Girl en una Barbie sentimentaloide más. “Esto no es un comic, gente real va a morir hoy” dice en una de las secuencias finales uno de los personajes, y en vez de divertirnos, pensamos, quiero que el espíritu de comic vuelva, quiero que lo absurdo y entrañable se plasme nuevamente en la pantalla. Pero claro está, para ese momento, la película ha terminado