Reyes de la acción
Después de que el cuartel de los Kingsman en Londres explote por los aires, Eggsy (Taron Egerton), que ya es un Kingsman hecho y derecho y su compañero Merlin (Mark Strong) se verán obligados a viajar juntos a los Estados Unidos para unirse a sus homólogos norteamericanos y combatir al siniestro "círculo dorado", el cártel criminal más grande del mundo.
La primera entrega de esta saga, fue una verdadera bocanada de aire fresco. El director Matthew Vaughn logró una divertida parodia a las cintas de James Bond con personajes carismáticos, una estética de cómic y escenas de acción imposibles, dignas de los dibujos animados.
Esta segunda parte, funciona como aquella pero de manera amplificada: más explosiones, mucha más adrenalina y un reparto extenso (en algunos casos un tanto desaprovechado).
Es interesante el contraste que se da en pantalla entre los agentes británicos y los norteamericanos (señores con estilo vs cowboys brutos) y la presencia de Jeff Bridges, Pedro Pascal y Channing Tatum profundizan esta "grieta". Pero sin dudas, en el apartado actoral la que se lleva todas las palmas es Julianne Moore, villana de turno a medio camino entre "los malos" de Bond y Austin Powers.
La puesta en escena es como en la primera parte, uno de los platos fuertes del filme. Los decorados imponentes, sirven de escenario para un sin fin de secuencias de combate cuerpo a cuerpo, perfectamente coreografiados. Los movimientos de cámara en medio de las escenas de acción, buscando el efecto, la inmersión del espectador y la brutalidad de la pelea, es una marca de autor del director y un condimento que se vuelve demasiado rutinario por momentos. Y es que el recurso repetido hasta el hartazgo termina saturando.
El humor negro está presente en todo el metraje, funciona, aunque algunos gags parezcan forzados (como los que tienen de protagonista a Elton John, cuyo cameo pasa rápidamente de gracioso a patético).
La duración del filme, (más de dos horas) termina estirando una trama que a los 90 minutos de metraje pide a gritos un epílogo. Pese a esto Kingsman: el círculo dorado es una cinta pochoclera, de acción y humor extremo que se disfruta, eso sí, puede resultar tan atrapante como agotadora.