Con la ironía y el humor negro que les sienta a los espías.
Esta comedia de espías surge de un comic de los autores de "Watchmen" y "Kick-Ass", Mark Millar y Dave Gibbons, lo que da la pauta de que la idea es imprimirle ese tono irónico antes aplicado a los superhéroes al servicio secreto estilo James Bond.
Por otro lado, hay un director que conoce perfectamente este tipo de mezcla entre acción surgida de un comic y elementos dramáticos que otorguen verdadero interés a un film: Matthew Vaughn, que además de hacer producciones fantásticas como "Stardust", se lució al filmar la precuela de los X-Men, "Primera generación". Aquí vuelve a lucirse con un tipo de ironía y humor negro que sienta especialmente bien al cine de espías.
Otro que se luce es Colin Firth en el rol del superespía elegante y eficaz a toda prueba que decide enrolar a su sobrino adolescente (Taron Egerton) en el servicio secreto. El chico es un vago, con problemas de drogas, todo un pequeño delincuente que ofrece un panorama prometedor para el trabajo de campo de inteligencia, en caso de sacarlo bueno, lo que implica un entrenamiento intensivo que incluye algunas escenas realmente imaginativas filmadas con todo el talento del director.
Luego, por supuesto tiene que haber un incremento en la tensión, lo que sucede cuando un villano (Samuel L. Jackson) plantea una temible amenaza global que debe acelerar el accionar del novato, que de delincuente juvenil callejero de golpe debe estar listo para salvar el mundo.
Vaughn hace un gran trabajo mezclando humor y acción, gadgets y decorados propios del cine de espías con excelentes actores totalmente a sus anchas, empezando por el veterano y siempre bienvenido Michael Caine, y otros actores de reparto como Mark Strong y Mark Hamill. Tal vez las únicas quejas son la falta de más presencia femenina al estilo de las chicas Bond, y que con sus más de dos horas, el film se estira un poco. Por lo demás, la música es excelente y la fotografía de George Richmond le pone la imagen perfecta a cada escena.