"Primera clase"
Tras la exitosa “Kick-Ass”, Matthew Vaughn y Mark Millar vuelven a unir fuerzas con el objetivo de regalarle a la pantalla grande una de las películas de espías más originales, divertidas y violentas de los últimos tiempos.
En “Kingsman: El servicio secreto” los fanáticos de ésta clase de films no van a encontrar un cambio radical dentro del género, sino que se van a topar con una rebuscada y eficaz vuelta de tuerca que sin miedo al ridículo ni a los lugares comunes ofrece más de dos horas de grandes aventuras.
Por su parte, aquellos que se acerquen al cine con la intención de satisfacer su sed de violencia, groserías baratas y anarquía encontrarán un ejemplo perfecto de cómo el buen cine de acción puede ser elegante, sofisticado y sobre todo tener modales a la hora de entretener.
“Kingsman”, al igual que “Kick-Ass”, también es un film basado en un cómic escrito por el mismísimo Millar, pero a diferencia de aquella historia que funciona como una verdadera parodia y burla al mundo de los superhéroes, este relato protagonizados por espías y poderosas organizaciones secretas tiene como objetivo agrandar y enaltecer la figura de estos personajes a través de la exageración y el absurdo.
Lejos de ser ridícula como “Austin Powers” y también del realismo que tuvieron las últimas producciones de Jason Bourne y Jack Ryan, “Kingsman: El servicio secreto” parece ser un punto intermedio entre los disparatados argumentos que ofrecían las películas de “Mini Espías” y la espectacularidad con tintes fantásticos que nos regalaban las no tan lejanas producciones de James Bond protagonizadas por Pierce Brosnan, Roger Moore o Sean Connery.
De hecho, el villano que interpreta Samuel L. Jackson mezcla varios elementos de algunos de los enemigos más emblemáticos que tuvo que enfrentar el espía creado por Ian Fleming, como ser el Dr. Kananga (“Vive y deja morir”), Francisco Sacramanga (“El hombre de la pistola de oro”), Elliot Carver (“El mañana nunca muere”) y el mítico “Número 1” (“Al servicio secreto de su majestad”).
Uno de los principales aciertos que presenta el nuevo trabajo de Vaughn es el amplio abanico de personajes en los que se apoya para narrar la película, ya que no todo el peso de la misma recae sobre los hombros del joven Taron Egerton ni el experimentado Colin Firth, sino que los secundarios interpretados por Mark Strong, Michael Caine, Sofia Boutella y el ya mencionado Jackson tienen sus momentos para vanagloriarse.
Quizás los únicos que realmente están desaprovechados en este sentido son el viejo y querido Mark Hamill (atentos a como Vaughn corrige el grosero error de locación en “X-Men: Primera generación” durante la presentación de este sujeto) y la joven Hanna Alström, cuyo personaje a diferencia del primero sí tiene peso dentro de la historia llegando incluso a ser clave en momentos determinantes de la trama.
Grandes y logradas escenas de acción (la secuencia de los paracaídas es simplemente genial), personajes divertidos, diálogos picantes y políticamente incorrectos, algunos giros imprevistos y originales son algunos de los elementos de los que se vale “Kingsman: El servicio secreto” para llegar a una imperdible media hora final que la catapulta como una de las propuestas más divertidas de este 2015.
Sí los modales hacen al hombre, “Kingsman” es la primera clase a la que tendrán que asistir aquellos que verdaderamente se consideran fanáticos del buen cine pochoclero.