Humor burlón para un nuevo pichón de 007
Una agencia de espías super secreta prueba, entrena y recluta a un joven inexperto en esta historia que conjuga humor burlón, referencias a personajes populares del género y un clima vertiginoso para sus escenas de acción.
Basada en un aclamado cómic de Mark Millar y Dave Gibbons, la nueva película dirigida por Matthew Vaughn -el mismo realizador de Kick Ass y X-Men: Primera Generación- muestra la compleja estructura de una agencia de espías super secreta que busca reclutar a un joven inexperto que deberá, finalmente, desbaratar los planes del villano de turno.
A priori, cualquiera afirmaría que se trata de la nueva aventura de un pichón de 007, pero la película se guarda sorpresas bajo la manga y una burla constante al género de espionaje que la hace sumamente atractiva.
Eggsy Unwin-Taron Egerton, sale airoso de un duro entrenamiento al que se somete junto a otro grupo de jóvenes para formar parte de la agencia y seguir los pasos de su mentor Harry Hart -Colin Firth-, un veterano agente con paraguas antibalas y de la vieja escuela, que debe investigar la desaparición de celebridades y desenmascarar al millonario y filántropo Valentine -Samuel L. Jackson-, un extravagante personaje con problemas en la pronunciación, miedo a la sangre y mal vestido que tiene planes de purificación mundial.
Con ritmo vertiginoso y un aire de estudiantina combinado con acción, la película esconde -al igual que la sastrería en la ficción- una sucesión de escenas bien logradas y con oportunos toques de humor que hacen referencia a James Bond, Jason Bourne y hasta el mismísimo Super Agente 86.
El tono elegido -y también exagerado en muchos tramos- desemboca en un bienvenido relato en el que no falta ningún tipo de atractivos desde lo visual con sus transiciones y recursos de pantalla dividida. Una de las claves del film descansa en el ajustado elenco: un atildado Colin Firth siempre resulta convincente, incluso en las escenas de acción; el distinguido Michael Caine aporta lo suyo y Taron Egerton es la correcta elección para el chico de barrio -con problemas de violencia familiar- devenido en espía.
Como en toda película del género tampoco falta la colección de armas secretas -zapatos con navajas y lapiceras con veneno- para combatir al enemigo, quien aparece acompañado en esta ocasión por una diabólica mujer con las piernas muy afiladas.
Entre la pirotecnia visual del desenlace y un prólogo que transcurre en medio de montañas nevadas de Argentina, la lucha del Bien contra el Mal queda nuevamente expuesta en este recomendable producto pensado para aquellos que disfrutan los desafíos de los agentes secretos que pueblan la pantalla.