El poder sanador del cine
Koan (2015), ópera prima de los directores Karina Kracoff y Osvaldo Ponce, es una interesante película donde cada elección estética y, especialmente de la música o el sonido, se convierten fundamentales para el desarrollo del argumento.
Lao vive en El Bolsón, un sanador que se encuentra en una encrucijada cuando toma conciencia de que sus poderes no son suficientes para curar a Minervina, una vecina víctima de una enfermedad degenerativa. Todo cambia cuando Lao recibe la visita de Olkar un fotógrafo español que es idéntico a él. De la unión de estos dos nacerá una solución para calmar la dolencia de Minervina.
Todo en Koan va en un solo sentido: transmitir la espiritualidad que los directores consiguen a través de varias elecciones estéticas pero sobre todo formales como la elección del protagonista, el uso del paisaje y la música. Claudio Giovannoni es el encargado de interpretar a los protagonistas masculinos y logra transmitir esa dualidad que permite demostrar las distintas habilidades que desarrolla el actor a través de la película.
Otro punto a destacar es el paisaje que es tratado como un personaje más. Los escenarios naturales desbordan la lente y transmiten una tranquilidad que además de la música sólo el cine puede lograr. Los directores no escatiman tiempo y los planos a veces demasiado largos van en esa dirección.
El último punto y por eso no menos importante, es el uso de la música. En palabras de Michele Chion, teórico e investigador de la dimensión acústica en el cine, la banda de sonido co-irriga y co-ordena una escena. La primera de estas categorías se refiere a dotar de sentido a la escena y co-ordena a la misma porque la música realza el sentimiento que los directores desean que tengamos al ver la película.
La banda de sonido a cargo de Bosques es fundamental en y sin ella el resultado final hubiera sido muy diferente. Es en el final del film donde se explota muy bien el uso de la música y sólo queda un poco opacada cuando un personaje secundario sobre explica el destino de Lao.
A pesar de esto último, Koan es una película muy interesante que se presenta como un ejercicio visual y sonoro para transmitir la idea de la dupla de directores. El resultado está a la vista.