Kóblic

Crítica de Diego Serlin - Todo lo ve

La nueva película del director Sebastián Borensztein -"Un cuento chino"-, protagonizada por Ricardo Darin -en un papel diferente a los realizados anteriormente- y Oscar Martinez, se enmarca dentro de un thriller que va tomando forma de westerm, al estilo de los films de Clint Eastwood, con su personaje duro que busca redención.

Ambientado durante la dictadura militar de 1976, Kóblic se centra en un piloto de la fuerza aérea Argentina -interpretado por Ricardo Darin en un papel completamente diferente a los realizados en otras producciones e internamente movilizador para el actor- que participa de los siniestros vuelos de la muerte -metodología que utilizaban las fuerzas para hacer desaparecer militantes sociales y estudiantiles arrojándolos con vida desde aviones al Río de la Plata-, pero que se cuestiona moralmente su trabajo y decide huir de sus responsabilidades refugiándose en un pueblo alejado y algo inhóspito, pero cuya estadía cambiara la vida de sus habitantes.

Si bien la historia se desarrolla en ese contexto histórico tan particular de la Argentina, dando lugar a las lecturas políticas y sirviendo de denuncia, el relato comienza como un thiller centrado en la llegada de este tranquilo y solitario forastero a un pueblo perdido, especie de tipo duro que busca redimirse de su pasado, pero que tomará forma de western cuando se mezclen sus intereses con los de un corrupto e inescrupuloso comisario que mantiene oscuros contacto con los militares -interpretado por un correcto Oscar Martínez que vuelve a ponerse el disfraz de un arquetípico personaje del género-

En ese punto, Borensztein juega con los tópicos del genero, donde el tranquilo personaje se ve obligado a desatar nuevamente la violencia e imponer un orden que el lugar había perdido ante el corrupto personaje, al mismo tiempo que el arrepentido logra redimirse -aunque no justificarse- en un final con una vuelta de tuerca ingeniosa.

Kóblic, acierta en los clímax logrados en varios tramos del relato gracias a la fotografía, puesta en escena y la gran interpretación de Darin, sobre todo en los momentos de introspección de su personaje, pero el resto de los personajes y elementos son abordados muy básicamente y terminan funcionando como clishés del genero que hacen a la funcionalidad del relato.

Es el final, con su vuelta de tuerca que funciona tanto como alegato de aquellas practicas siniestras así como redentor del personaje en cuestión, que guardara en algún punto a Kóblic en la memoria del espectador.