Una buena estructura, pero con ladrillos que se resquebrajan.
Tras dos comedias (La Suerte está Echada y la taquillera Un Cuento Chino), Sebastián Borensztein se anima con un drama. Aunque si bien es el primero que hace en cine, no hay que olvidar que él es el creador de TiempoFinal, aquel memorable unitario televisivo donde el suspenso estaba a la orden de cada episodio. En Kóblic une fuerzas con otro guionista de aquel memorable programa, Alejandro Ocón, para dar vida a una historia que aunque tiene su contenido político es más deudora al western y al policial que otra cosa.
¿Y Dónde está el Piloto?
Corre el año 1977, la Argentina se encuentra en plena Dictadura Militar. El Capitán Tomás Kóblic de la Armada Argentina decide desertar tras participar en uno de los infames “Vuelos de la Muerte”, y se esconde en un pueblito de la Provincia de Buenos Aires. Por desgracia, su presencia no pasará desapercibida, ya que el Comisario local comienza a sospechar de sus movimientos.
El guión de la película aunque claro en su estructura y las motivaciones de su protagonista, presenta problemas de fluidez en su recorrido; es una película de 90 minutos que se siente de más, particularmente porque se toma demasiado tiempo en establecer el conflicto principal. Aparte, el antagonista no tiene ningún motivo en concreto de porqué hacerle la vida imposible al protagonista. El interés romántico (aspecto que se desarrolla inverosímilmente rápido) está prácticamente de adorno, y no cumple ninguna función además de tener sexo con el protagonista o sufrir los golpes de su pareja.
Por el costado técnico posee una eficiente dirección de arte, por no decir una excelente fotografía, donde no solo se animan a jugar con el contraste de luces y sombras, sino entre un color y otro; como explicitando a través de la imagen el secreto que guarda el protagonista.
En el apartado actoral, no hay mucho que decir: Ricardo Darín entrega nuevamente una interpretación eficiente. Oscar Martínez entrega un comisario de pueblo al cual muchos les parecerá caricaturesco, aunque quien esto escribe debe destacar y puede confirmar ––con conocimiento de causa–– que conoció a muchas personas con el tono y las expresiones utilizadas por su personaje. Inma Cuesta entrega un trabajo decente; no pincha ni corta, pero tampoco lo hace su personaje en el guión.
Conclusión
Kóblic presenta una factura técnica y actoral impecable, pero lamentablemente su guión hace agua en apartados esenciales; una buena estructura, pero con algunos ladrillos en su fundación que se resquebrajan demasiado como para poder ignorarlos.