El aviador
Un primer plano de Kóblic (Ricardo Darín) al comienzo del film expresa gracias al talento enorme del protagonista, toda la tensión y la angustia de un hombre que sabe se enfrenta a algo más grande que él. Es un piloto de avión durante la dictadura militar y ha tomado una decisión que lo obliga a abandonar la fuerza y huir a un pueblo olvidado, dejando absolutamente todo atrás, encontrando refugio trabajando en el pequeño hangar de un viejo amigo de él, como lo había sido también de su padre.
Kóblic recuerda en más de un momento a los films de Charles Bronson de la década del 70. El tipo duro que busca alejarse de su pasado pero en su nuevo lugar las cosas se complican y la violencia vuelve a irrumpir. La diferencia esta clase de films y el policial negro es que la violencia es en espacios abiertos, que no hay mujeres fatales y que la mayor parte de las escenas son diurnas. También, por los espacios y el protagonista solitario que llega a un pueblo corrupto, Kóblic tiene mucho de western. El forastero llega para cambiar las cosas, aunque su objetivo inicial no era ese.
Como el centro dramático es la decisión de un capitán de la fuerza aérea durante la dictadura, las lecturas políticas aun pueden aparecer entre los espectadores argentinos. El rechazo del protagonista a completar uno de los siniestros vuelos de la muerte, donde se asesinaban personas lanzándolas al océano en pleno vuelo, es lo que lo transforma en un paria, aun cuando sus colegas parecen estar dispuestos a perdonarlos si decide arrepentirse a tiempo. Pero al llegar al nuevo pueblo un comisario corrupto (Oscar Martinez) ejerce un poder que tarde o temprano chocará contra Kóblic.
En el año 1983, al regresa la democracia a la Argentina, hacer un film de esta clase hubiera sido imposible. El dolor, el horror y las tensiones de toda la sociedad no lo hubieran hecho posible. Las heridas completamente abiertas y casi una década de persecución ideológica, impedían que los artistas tuvieran la preparación para el cine de género en serio, tratando temas tan discutibles. Hubo, claro, algún que otro policial, pero no de esta clase. Con los años, a lo largo de las décadas, el cine argentino no solo mejoró en general, sino que además pudo ir más allá del registro histórico y la denuncia y encarar este período desde nuevo lugares. Es un síntoma de madurez y evolución del cine nacional. El policial, uno de los géneros favoritos de toda la historia del cine argentino, encuentra aquí a un nuevo gran exponente, con aires de western, y con dos protagonistas que son parte de esta gran época de nuestro cine.