Cerca de la gloria y lejos de todo
“Quizá hemos sido aceptados por la naturaleza”, dice en un momento Thor, el capitán de estos balseros noriegos que en 1947 recorrieron 8000 kilómetros a bordo de una precaria balsa de troncos, construida con la misma técnica usada por aborígenes peruanos, para demostrar que la Polinesia había sido poblada desde América del Sur y no desde Asia, como sostenían los científicos de la época. Es un logrado drama de supervivencia que rinde tributo al afán aventurero del hombre y exalta la solidaridad, la fuerza moral y el coraje. Y en el fondo, un homenaje a la naturaleza, dueña y señora de la suerte de estos intrépidos viajeros. En esa travesía, las tormentas, los tiburones y los cientos de contratiempos ponen a prueba día a día la fuerza de espíritu de esos seis hombres, que se lanzan al océano sostenidos por su fe, porque incluso algunos de ellos ni sabía nadar. El film que rodaron durante este viaje de 101 días en su momento ganó un Oscar. Esta es, por eso, una reconstrucción, beneficiada por los avances técnicos. La soledad, la interrogación, las dudas, las largas jornadas llenas de cielo y silencio, todo se suma a este desafío que al final también deja una reflexión sobre los misterios de la distancia, esa inmensidad que al capitán Thor le permitió amarrarse a la gloria pero naufragar en el amor.