Con mi balsa yo me iré a naufragar
¿Quién dijo que la ciencia es aburrida? En este film la aventura y el mundo científico van de la mano para contar una historia que, aunque increíble, está basada en hechos reales. La aventura y el suspenso nunca decaen y el espectador se sentirá parte de este viaje desde el primer momento.
En el año 1947 el científico noruego Thor Heyerdahl decide que, para probar su teoría sobre cómo la Polinesia fue poblada por poblaciones sudamericanas y no asiáticas, debe realizar la misma travesía que aquellos. Para que su empresa tenga la suficiente credibilidad todo implemento moderno fue descartado e imitaron la balsa de madera que aquellos primeros viajantes hubieran utilizado. Se suman al viaje de Thor cinco aventureros osados como él. Los roces y los conflictos no tardan en aparecer y gran parte del film mostrará esta rara convivencia entre seis hombres en el medio del océano por más de cien días.
A diferencia de otros films sobre balsas que naufragan en el medio del océano, en esta película nada es accidental. Navegar con una balsa de madera 8000 kilómetros es una decisión consciente de este científico que deseaba probar su teoría sea como sea. Quizás por eso se puede mirar a esta aventura con diferentes ojos, poniendo en juego no sólo el deseo de la supervivencia sino el de lograr el objetivo propuesto. Otro punto diferente es el retrato de los personajes en el barco y las relaciones que se forjan por la necesidad de sobrevivir y convivir por tanto tiempo. Este es uno de los puntos fuertes de la película pues el éxito o el fracaso de semejante empresa está también definida por sus tripulantes.
La apuesta del film es principalmente reflejar tan ambiciosa misión de forma espectacular. Si bien la historia del noruego y su forma de pensar y ver el mundo es de por sí interesante, la película busca en general el efecto inmediato de la vivencia de estos improvisados marineros. No faltan así los típicos planos generales de la balsa en el mar, las típicas escenas de peligro frente a las amenazas de la naturaleza, y demás imágenes ya familiares. Todos elementos que, claramente, ayudan a darle vuelo y color a la historia, pero que hacen al film muy parecido a otros ya vistos.
Hay una relación ambigüa que muestra el film respecto de Thor: un hombre que pretende acercar su posición teórica lo más posible a los hechos pero que a la hora de llevar adelante la experiencia parece dejar librado gran parte del destino a la fé. Esta tensión lo hace lindar con cierta locura que sus compañeros perciben claramente. Aún así todos apuestan a su convicción y se dejan liderar por este extraño científico. El film parece abrir un pequeño interrogante sobre los límites de la ciencia o al menos sobre si todo tiene una explicación meramente científica.