Kon Tiki es otra de esas historias reales que cuesta creer que hayan sucedido, y que son un breve tratado sobre la fuerza humana y lo que es capaz de hacer un hombre cuando realmente se lo propone. Lo sucedido aquí es un viaje épico en altamar, y el hombre en cuestión es Thor Heyerdal (interpretado por Pål Sverre Hagen), un explorador dispuesto a demostrar su teoría de que es posible que el hombre sudamericano haya sido uno de los primeros en explorar la Polinesia en tiempos pre-colombinos.
La teoría, por supuesto, es rechazada con alto grado de esceptismo por académicos y profesionales por igual, pero es tal la convicción de Thor que hace que para demostrar su punto, éste termine construyendo una balsa "tal cual lo hubiese hecho el hombre pre-colombino", sin tecnología moderna más que apenas una radio para comunicación (que ni siquiera funciona adecuadamente), para arrojarse a la aventura sin importar tormentas, contratiempos y algún que otro tiburón amenazante.
Si bien la historia ya fue contada en varias ocasiones, inclusive por el mismo protagonista real de la aventura en un documental ganador del Oscar y a través de diversos libros de su autoría, el vínculo más cercano en cuanto a la experiencia cinematográfica es la recientemente multipremiada película de Ang Lee, Una Aventura Extraordinaria (Life of Pi), aunque con una narrativa claramente distinta: la película de Joachim Rønning y Espen Sandberg carece del lirismo de la antes mencionada Life of Pie, y se concentra en los fantásticos datos reales que hicieron de esta historia una épica de supervivencia pero también una jornada de descubrimiento histórico. Analizada desde ese costado verídico, la diferencia es fundamentalmente el tono y, aunque posee algunos momentos de poesía visual innegable, su aproximación más "real" a la gran travesía que describe. Resumiendo o simplificando el anterior enunciado: resulta menos pretenciosa, lo cual permite al espectador conocer a fondo una historia extraordinaria, sí, pero que pasó en serio.