Extraordinario y prefabricado
Thor Heyerdahl quiso probar concluyentemente una idea bastante arriesgada: la Polinesia fue conquistada de este a oeste por nativos americanos. Ante el descreimiento de la comunidad científica, y la potencia de su ego, decidió hacer una expedición en una balsa rudimentaria construida con métodos de los antiguos pobladores peruanos, para viajar por el Pacifico a merced del océano hasta llegar a la Polinesia. Todo esto obviamente publicitado hasta el hartazgo para causar el mayor impacto posible. El 7 de agosto de 1947 la balsa Kon-Tiki llega a una de las islas del archipiélago, y la expedición y sus tripulantes se vuelven célebres y testimoniales del famoso “espíritu humano para alcanzar sus propósitos si se lo propone”. En rigor lo que probó este viaje es que era posible que algunos habitantes americanos hubieran llegado a la Polinesia en la antigüedad; también la capacidad de Heyerdahl para sacar provecho de su expedición ya que escribió un libro que se convirtió en best seller y produjo un documental muy interesante que hoy se puede ver en Youtube, y que ganó el Oscar en 1951.
Entonces ¿a qué viene esta película de Joachim Rønning y Espen Sandberg? En principio digamos que es una actualización de este pequeño mito del Siglo XX, ya un poco olvidado, aunque con justicia, ya que su verdadera trascendencia fue por aquellos años de fin de la década del cuarenta. Los directores pretenden ver en Heyerdahl un ser épico, alguien que va en contra de los obstáculos con vehemencia porque piensa que está en lo correcto, y un poco de eso hay en este personaje, sólo que la película lo cuenta desde un lugar más bien exagerado. Más allá del viaje dificilísimo, una durísima prueba de carácter, lugar en que – dicho sea de paso- Heyerdahl se metió solito; los obstáculos que nuestro explorador noruego tuvo que enfrentar para lograrlo son absolutamente lógicos. Entonces vienen los lugares comunes de este tipo de biopics: la comunidad científica desconfía de la validez y necesidad de la expedición, su esposa tiene miedo de que se muera y luego de empezado el viaje sus propios compañeros comienzan a dudar de él. De hecho la película tarda unos cincuenta minutos en explicar esto y se vuelve bastante monótona. Pero… ¿y qué esperaban? Heyerdahl es un egoísta megalómano y quiere hacer esto para demostrarles a todos que están equivocados. Alguien debió decir eso en la película. Rønning y Sandberg parecen querer encontrarle matices a su personaje, pero siempre de algún modo terminan tratándolo demasiado bien y exagerando la importancia de su travesía. Me recuerda a un chiste maravilloso de Los Simpson, cuando el señor Burns le dice al equivalente mexicano de Spielberg, Spilimbergo, que quiere que haga con él lo mismo que Spielberg hizo por Schindler. Kon Tiki: un viaje fantástico intenta todo el tiempo hacer de Heyerdahl y su expedición una literal odisea desde su concepción hasta su finalización, si hasta tiene que mostrar una escena con unos tiburones que los persiguen que es sangrienta, sensacionalista e imposible, por el tamaño de los tiburones que muestra la película y por lo que hacen con ellos. Más hermosa, rigurosa y bien lograda es la escena del encuentro con el tiburón-ballena que es un momento realmente extraordinario, el sueño de todo naturalista.
Kon Tiki: un viaje fantástico termina contando cuál fue el punto de inflexión de la vida de Thor Heyedahl. Como consecuencia de este viaje se volvió célebre y rico y también divorciado. También desnuda sin querer lo artificial de todo el asunto, el viaje del Kon Tiki es más bien una gran movida publicitaria de cierto interés científico. Dos décadas después este lugar sería ocupado por la carrera espacial.