Una Navidad distinta
Basada en una leyenda escandinava, en la que Papá Noel castiga en vez de premiar, el tono es de comedia.
El espíritu navideño tienen un Lado B, más oscuro y tenebroso que la moralina familiar reivindicada, aunque cada vez menos, durante los fines de año. Krampus: el terror de la Navidad recupera una vieja leyenda escandinava, la de un Santa Claus que castiga en lugar de premiar, y pone en vilo a una familia estadounidense desintegrada, enfrentada, cuyos miembros se “inmolan” en cada Navidad.
Si el espíritu es viejo, la adaptación de que hace el filme de Michael Daugherty tiene varios componentes actuales. Ya es entretenida esta juntada navideña entre dos ramas de una familia que son agua y aceite, y que comparten las fiestas por obligación. Personajes estereotipados, pero graciosos al fin, situaciones que pueden resultar comunes a más de una familia, se van sucediendo en este encuentro forzado hasta que Max (Emjay Anthony), el más pequeño de la casa anfitriona, avergonzado y enojado al ver la hipocresía de estos encuentros renuncia a mandar su carta a Papá Noel.
Sin querer, evoca una vieja historia que ya sufrió su abuela nórdica. Convoca así a una antigua fuerza demoníaca dispuesta a castigar a los escépticos como él, pero sobre todo a quienes construyeron ese escepticismo.
Sin abandonar el tono de comedia, la película va convirtiéndose en una historia siniestra, un especie de Toy Story demoníaca en la que juguetes, galletitas y peluches empiezan a asediar a esta familia aislada en su casa azotada por una tormenta de nieve. Aflora la valentía de los tímidos, y recrudece la brutalidad de los brutos.
Es cierto, es viejo ese esquema que va amigando a los protagonistas de una historia frente a sus situaciones límite, y es algo moralista pensar que esto puede ocurrir justo en Navidad, tras esta especie de llamado a creer y a querer pues de lo contrario, convocamos a los demonios. También hay una subtrama, la de la abuela paterna, que es previsible de principio a fin, pero la película va dando algunos giros que le devuelven jerarquía cada vez que se va a caer y no es poco mérito tratándose de un género tan venido a menos.