Una de las grandes injusticias de los últimos años es que la excelente antología de terror Trick 'r Treat nunca se haya estrenado comercialmente, y haya tenido que esperar al mercado hogareño para reventarlo y generar su merecido seguimiento de culto. Inventiva a más no poder, la película del 2007 fue una gran carta de presentación para el director Michael Dougherty, quien regresa esta vez por la puerta grande con Krampus, una historia navideña de terror que anima las festividades con una trama graciosa y terrorífica a partes iguales.
Todo el que tenga una familia numerosa sabe que las fiestas de fin de año son una bendición y maldición al mismo tiempo. No nos llevamos bien con todo el mundo, y estas ocasiones puedan sacar lo mejor y lo peor del espíritu humano. Y sino pregúntenle al jovencito Max, que ve como una de sus fiestas favoritas se ve arruinada con la llegada de su familia, que desbarata toda la poca tranquilidad que ya había en su gélida casa. Los Engels son una familia más que correcta, todo lo contrario de sus familiares, que son una patota desarreglada y atolondrada, que encima traen como sorpresa a una tía alcohólica y muy propensa a largar la verdad a cada momento, aunque duela. Al llegar el punto de quiebre de Max gracias a sus primas buenas para nada, el inofensivo acto de destruir una carta a Papa Noel y lanzarla al aire invernal desata la aparición de una criatura mitológica que es la contrapartida del adorable Santa que todos conocemos, y no trae más que caos y destrucción consigo.
Dougherty y compañía -los guionistas Todd Casey y Zack Shields- eligen la senda de una narrativa convencional en lugar de las historias interconectadas de Trick 'r Treat, y el camino hacia la revelación del villano se hace mediante el uso de la tensión y escenas de suspenso por demás angustiantes. La familia queda aislada completamente del mundo exterior, y su barrio y hogar son asediados por extrañas criaturas, una combinación inventiva y en algunos casos repulsiva, de seres digitales y prácticos. El aislamiento ocurre relativamente temprano en la película, y la familia empieza a caer miembro a miembro sin saber exactamente qué es lo que los ataca. Pero cuando la abuela Omi revela la historia detrás de Krampus, la acción y el terror se combinan de la mejor manera. Si el espíritu del film recuerda a otras propuestas del género, su principal es la inmortal Gremlins de Joe Dante. Al ser una película de estudio, se siente que a Dougherty le bajaron un poco el pulgar y se pasa de la relativamente sangrienta primera película a un plan más familiar; la calificación PG-13 se hace notar, además de que el nivel de mala leche que poseía su previo proyecto se ve un poco edulcorado con un tramo final que apunta hacia una dirección pero que recula hacia terreno más seguro. Es una lástima, porque los títulos iniciales prometían un nivel de cinismo elevado que está presente a lo largo de la película, pero no en el desenlace.
El elenco es el otro gran punto de entrada para el espectador, y no decepciona. Adam Scott y Toni Collete comandan a esta familia en aprietos con mucha solidez, sobre todo Toni, que es una eximia actriz de gran carrera y no le tiene miedo a creerse el papel en el que se encuentra, nunca sobreactuarlo o, si lo hace, sólo lo suficiente para sentir empatía por su situación. Emjay Anthony es el retoño que desencadena la tragedia y su candidez frente a la frialdad del resto de su clan es entrañable al extremo. Grandes comediantes como David Koechner y Conchata Ferrell son los encargados de alivianar la tensión con humor, y son los responsables de las mejores escenas de la película, sin lugar a dudas. El grupo se siente como una familia hecha y derecha, y eso es lo que más importa a la hora de crear clima y suspenso.
En definitiva, Krampus es una genial adición final a un año de horror que tuvo sus embates como siempre, y se despide por la puerta grande. Es una película sobresaliente desde lo técnico, que cuenta una bonita y escalofriante historia, y se despacha con un sentido del humor muy particular.