Kubo y la búsqueda samurai

Crítica de Alan Schenone - Proyector Fantasma

El amuleto perfecto

En Kubo: La Búsqueda Samurai (2016) un joven deberá dejar la tranquilidad de la rutina para hacerle frente a espíritus, monstruos y dioses para sobrevivir, teniendo como única opción el encontrar la armadura mágica de su padre, con la que develará grandes secretos e historias de su familia.

Kubo es música sobre un pentagrama: la película cobra vida al igual que lo hacen los origamis cuando el protagonista comienza a narrar sus historias, desde la primera nota de su banjo. Atrapante, divertida y entretenida, Kubo se nutre de sus personajes con gran carisma, en giros argumentales que poco a poco se irán develando para sorpresa del protagonista como del espectador.

En Kubo reside el amor hacia la familia, las aventuras y el vínculo con nuestros seres queridos después de la vida. No es una película fácil ni mucho menos similar a las del género. Kubo propone algo más íntimo, profundo, con tintes dolorosos, sin llegar a golpear bajo pero haciendo muy emotiva toda la proeza de sus protagonistas.

Japón, desde sus tradiciones y cultura, también cobra vida gracias al respeto hacia la naturaleza, los animales y el honor.

Kubo cuenta con una estética muy especial y particular, diferente de lo que se viene viendo en las películas de animación. En parte, esto se debe a la producción de los estudios Laika, que llevaron a pantalla otras historias como Coraline (2009) y Paranorman (2012).

Los diferentes escenarios en pantalla cobran vida por sus colores, diferencias y contrastes. En su contexto, cada reacción o reflexión de los protagonistas no azaroso ni mucho menos, sino que tienen complicidad para que esto fluya. El director Travis Knight junto a todo el equipo técnico llevan al cine de animación a otro nivel, siendo totalmente superadores en la manera de filmar con relación a distintas películas del género.

Cada personaje conlleva un aura y un estilo muy particular, producto tanto de la dirección como de los actores que los representan -McConaughey, Charlize Theron, Rooney Mara-, que ponen su voz, miedos y humor a personajes que brillan con luz propia, y a su vez se reflejan en el otro, dándole al espectador una contención afectiva en cada plano de la obra.

La música, la fotografía y la dirección se complementan de manera simétrica para crear un clima único, en su belleza como también para la producción de ambientes que muestran el camino a seguir de Kubo y sus compañeros. El trabajo del italiano Darío Marinelli -ganador de un premio Oscar por su banda sonora en Atonement (2007)- en la música es sublime, con piezas muy propias que determinan en la escena que se está desarrollando, tanto a nivel tensión como así en la emotividad, que llegan directamente al corazón de Kubo como de los espectadores.

La narrativa de Kubo fluye como agua en el mar, siempre en función de lo que ocurre con los sentimientos y reacciones de los protagonistas, sin caer en ningún momento en lugares comunes o pozos argumentales.

Kubo es una película de animación para jóvenes y adultos. Se compromete con el espectador desde el primer momento, tocando temas tan difíciles como la muerte, la venganza y el miedo al futuro. Funciona como lo hacen de manera tan notoria los amuletos -objetos mágicos que sirven para protección- en la película. Es un film completo de comienzo al final, sin fisuras y protegido por el gran labor de todo el aparato técnico que lo preside, desde la figura de su director como así todo el equipo de la dirección de arte, elenco, montaje y la banda sonora.