Kubo y la búsqueda samurai

Crítica de Leonardo González - Río Negro

“Kubo y la Búsqueda Samurái”, aventuras animadas para chicos

Will Vinton era un famoso productor y director de cine de animación (ganador de un Oscar y varios premios Emmy por su trabajo) que a finales de la década del noventa buscó inversores externos para poder producir largometrajes con la famosa técnica de animación stop-motion (se aparenta el movimiento de objetos por medio de una serie de imágenes fijas sucesivas).

Así llegó Phil Knight -propietario de la empresa Nike en ese momento- que con los años llegó a ser el accionista mayoritario y se quedó con la compañía. Vinton, por supuesto, fue despedido. El hijo de Phil, Travis, que trabajaba como animador, quedó como el CEO de la empresa que se empezó a conocer como Laika en 2005. En 2009 estrenaron su primer largometraje llamado “Coraline y la puerta secreta” (Coraline, 2009), al que le siguió “ParaNorman” (2012) y finalmente “Los Boxtrolls” (The Boxtrolls, 2014), las tres nominadas al Oscar a Mejor Película Animada. Ahora nos llega su último trabajo, ópera prima de Travis Knight, llamada “Kubo y la búsqueda samurai” (Kubo and the Two Strings, 2016), una obra maestra de esas que no abundan.

En el antiguo Japón, Kubo (Art Parkinson) es un inteligente y bondadoso joven que lleva una vida tranquila en un pequeño pueblo junto a su madre, la cual no está del todo bien de la cabeza. El chico se gana la vida relatando historias a los aldeanos con la ayuda de origamis mágicos. Esto lo puede hacer sólo hasta el atardecer, ya que por orden de su madre no tiene que estar fuera de su refugio por las noches o sus malvadas tías gemelas (Rooney Mara) lo van a encontrar. Es que a Kubo le falta un ojo que supuestamente le robó su abuelo el Rey Luna (Ralph Fiennes), y como el trabajo quedó inconcluso debe ocultarse.

Un día no puede evitarlo y la noche lo encuentra en la aldea, es por esto que sus tías lo encuentran pero su madre llega justo para salvarlo a tiempo. El chico huye gracias a la magia de su mamá y despierta más tarde en un extraño lugar. Ahora debe unirse a Mono (Charlize Theron) y Escarabajo (Matthew McConaughey) para vencer a sus enemigos, salvar a su familia y resolver el misterio que rodea la muerte de su padre, el más grande samurai que jamás haya existido.

A la fecha, con 1 hora y 41 minutos, esta es la película más larga hecha con la técnica stop-motion, venciendo por 1 minuto a “Coraline”. Si están familiarizados con estos filmes, sabrán que es un trabajo titánico hacerlos. En “Kubo”, por ejemplo y para que se den una idea, por semana se hacían 4.3 segundos de filme en promedio. Hagan la cuenta y les da aproximadamente un tiempo de 5 años en que llevó hacerla completa. Hay una secuencia en un bote, claramente la mejor, que tomó 19 meses en filmarse. Números increíbles, ¿no? Y este nivel de detalle y compromiso es lo que hacen de este largometraje una obra excelente.

La historia es original, con el humor y la acción necesarias y cada plano y secuencia no hace más que enamorar al espectador. Si la ven subtitulada, van a apreciar el enorme trabajo que realizan Theron y McConaughey que, sólo con su voz, logran transmitir a la perfección las emociones de sus personajes. En lo posible, intenten no ir con nenes chicos a las salas porque pueden terminar asustándose, ya que hay algunas escenas que les pueden hacer ganar dos o tres semanas de pesadillas. Es casi una certeza que “Kubo y la búsqueda samurai” tendrá un lugar asegurado en la próxima edición de los Oscar. Y, si nada extraño pasa, ya es hora de que Laika se lleve la estatuilla. Esta es una obra maestra, y así debería ser reconocida.