Kubo y la búsqueda samurai

Crítica de Leonardo M. D’Espósito - Revista Noticias

La animación está llegando a cimas increíbles; técnicamente -e incluso narrativamente en muchos casos- supera el cine de acción en vivo que nos atosiga semana a semana. Kubo es un film realizado con la técnica de stop-motion (en pocas palabras: muñequitos) de quienes nos dieron joyitas como Paranorman o Coraline. Es una aventura fantástica que transcurre en un Japón fantástico, que lleva a un niño a una búsqueda épica para salvar a su familia y descubrir el misterio de la muerte de su propio padre. El juego incluye la música -el arma de Kubo es un instrumento con dos cuerdas- y lo que la película intenta y logra es recuperar el estado de maravilla que implican los viejos y queridos cuentos de hadas. Aquí se trata, más que de la venganza, de otra cosa: el valor del arte, su sentido, su neesidad en el mundo. Y eso está mostrado con otro arte, realizado con amor por la artesanía y las ganas de comunicar un cuento. En un año donde la belleza escasea (la belleza con sentido, agreguemos), Kubo es de esos films que merecen una visita y otorgan esperanzas en el presente -quién sabe qué será el futuro- del entretenimiento.