Sólo la música los salvará
La recuperación de la literatura oral y el folklore oriental son los puntos más interesantes de Kubo y la búsqueda del samurai (Kubo and the Two Strings, 2016), la película animada con la que Travis Knight (Los Boxtrolls, ParaNorman 3D) vuelve a la pantalla grande en una de las más bellas historias que el último cine nos ha brindado.
Reposando la mirada en Kubo, un pequeño niño que pasa sus días cuidando a su madre enferma y relatando historias con su guitarra mágica y miniaturas de origami, un día ve cómo sus rutinas cambian al ser sorprendido por dos misteriosas brujas que con su oscuridad desean arrasar la aldea japonesa en la que vive, secundadas por el abuelo del pequeño, un misterioso y siniestro ser.
Sabiendo que la única salida es poder encontrar tres piezas que pertenecían a su difunto padre, para así protegerse de los hechizos y el acecho de los villanos, Kubo, emprende, sin saberlo, un viaje que se convierte en iniciático para él. Así, junto a un Mono, una especie de mentor que lo guia en su travesía, a los que se sumará Escarabajo (quien aporta la cuota de humor necesaria pero también el contrapunto para que Mono se termine por consolidar como su sombra), Kubo avanza en caminos rispidos para recuperar su identidad y con ella, la tranquilidad del pueblo.
El guión de Marc Haimes y Chris Butler mantiene la tensión necesaria durante todo el metraje para seguir las aventuras del trío protagónico asediado por malhechores y obstáculos que pondrán a prueba las habilidades y “magia” que el pequeño Kubo posee. Travis Knight construye una película que impacta visualmente a partir de las bellas recreaciones de escenarios y paisajes japoneses ancestrales, los que configuran el espacio ideal para que Kubo, Mono y Escarabajo se relaciones y comiencen a desandar la búsqueda de los objetos (espada, armadura, yelmo) que el niño necesita para protegerse y sobrevivir a los embates de los enemigos.
Kubo y la búsqueda del samurai es un film que habla sobre el alcanzar metas y el ofrecerse al otro, pero también habla de la música como medio de salvación para aquellos seres que dedican sus vidas a la pelea, la confrontación y el odio. Hermosa parábola para grandes y pequeños, la película posee en su versión original la interpretación de Art Parkinson, Charlize Theron, Matthew McConaughey, Rooney Mara y Ralph Fiennes, entre otros, que logran dotar a sus personajes de una vívida calidez, necesaria para que el relato se suceda con naturalidad y sencillez, con empatía y potencia, con belleza y amor.
Mención aparte la cuidada banda sonora con Regina Spektor cerrando el film con su particular versión de "While my guitar gently Weeps" de The Beatles.