De los realizadores de Coraline y ParaNorman llega “Kubo Y la Búsqueda del Samurái”. En los últimos años Laika Studio viene sorprendiéndonos con todas sus entregas, sin embargo, esta podría ser la más débil de ellas. Una película de ideas muy originales contada con una técnica magnífica de animación pero relegando las técnicas de guión y realización a un segundo plano.
La película trata sobre un joven llamado Kubo (Art Parkinson – Game of thrones) que debe localizar una armadura mágica usada por su padre con el fin de derrotar al Rey de la Luna (Ralph Fiennes – Harry Potter). Desde el inicio se nos plantea un relato interesante sobre una madre que entrega la vida por su hijo y este, al crecer, hace lo mismo por ella. Estos personajes si bien no son de los más profundos, interesan sólo por salirse de lo convencional debido a que ellos viven en la pobreza extrema a la vez que ella padece amnesia y él es tuerto. No conforme con esto tienen a su única familia liderada por el abuelo de Kubo asechándolos para matarlos, por lo que no pueden llevar una vida normal y no podrán hacerlo hasta que Kubo mate a su abuelo.
Ya desde esta premisa la película nos ofrece otras alternativas, los personajes con pensamientos tan básicos como los de sus realizadores, sólo ven a la muerte como única salida y se mueven en su historia mostrándonos porque está bien matar a su propio abuelo. No se presentan grises, alternativas, picos dramáticos, reflexiones, son sólo escenas puestas para el espectador sin pensar en el verosímil del universo o explicar, por lo menos, por qué cuando la madre de Kubo le dice “no salgas” él automáticamente sale y ella no lo impide. Kubo va a la aldea y se encuentra con una señora que casualmente le dice que haga lo que acabamos de escuchar que no debe hacer pero como él es la representación de sus realizadores sólo atina a hacerle caso a una desconocida antes que a su amada madre.
Por esta misma línea, nos quieren hacer creer que el mundo que habitan es mágico y fantástico por el simple hecho de existir lo que sería interesante y podría pasar desapercibido de no ser porque los únicos que gozan de este beneficio son los héroes y anti-héroes en una rebuscada forma de generar tensión. Por momentos se ven intentos de los realizadores por explicar lo inexplicable y Kubo representa a la voz del espectador que hace las preguntas pero nuevamente nadie le responde, lo esquivan o se van de tema y no lo retoman jamás.
Como remarqué anteriormente, la película brilla sólo por la floreciente imaginación e invención visual de sus animadores. Además, logran detener el movimiento, acelerarlo, girar la cámara en torno a los personajes de formas muy precisas e innovadoras y, así, la historia de un niño pequeño se vuelve más emocionante. Nuevamente, trabajan de manera exquisita el terror con escenas de noche y personajes que en ella aparecen y nos recuerdan a lo mejor de Tim Burton, como las tías malvadas de Kubo. Estos personajes se presentan en la primera vez que Kubo sale de noche y no dejan nada librado al azar, porque su objetivo está muy claro, quitarle el ojo a su sobrino, pero la madre de este niño samurai aparece y se enfrentan en una breve batalla mientras escapa. Kubo despierta en medio de la nada y mono está allí para iniciar la gran aventura llena de acción para cubrir los baches narrativos.
Por otro lado, las voces fueron otro de los puntos de seguridad para la Universal con roles que fácilmente podrían haber sido ocupados por otros o podrían haber destacado con acentos más asiáticos pero como todo negocio lo principal es vender.
Matthew McConaughey, en el personaje de un escarabajo samurái con problemas de memoria, es el fiel protector de Kubo junto a mono (Charlize Theron – Mad Max). Un dato llamativo es que la película intente poner énfasis en el supuesto descubrimiento final de que Mono en realidad es la madre de Kubo transformada, cosa que no sucede, debido a que tienen la misma voz y la misma cicatriz en el ojo, no obstante, a diferencia de su forma humana, ahora mágica e inexplicablemente ya no sufre de amnesia, es suficiente para que Kubo no sospeche de que un mono tiene los mismos rasgos que su madre, siendo también un detalle que vuelve a subestimar al espectador.
Todas estas particularidades convierten a “Kubo: La búsqueda del Samurái” en una historia forzada de madre e hijo que intenta ser épica para atraer a los más pequeños y perderlos con colores, magia, música y katanas. Una película más de estudio con una duración cronométrica de 101 minutos pero que se siente como una eternidad.