En lo más profundo de Italia, en un pueblo rural marcado por el abandono, atravesado por las libertades que solo se les permiten a los marginados de la ciudad, crece Gelsomina (Maria Alexandra Lungu), una joven que carga con el peso de ser la cabeza de una familia numerosa. A su alrededor, el mundo se derrumba, sus padres establecieron su destino y el de sus hermanas, apartarse de la cotidianeidad que viven sus pares del pueblo para dedicarse a la apicultura. Sin embargo, la llegada de un reality-show conducido por Milly Catena(Monica Bellucci) desestabiliza su cotidianeidad y pone en peligro el patriarcado de Wolfgang (Sam Louwyck), el padre de Gelsomina. Esta historia marcada por las extrañezas que se suceden con completa naturalidad, es la tercera obra de Alice Rohrwacher como realizadora y guionista. Se refiere, claramente, a una protesta contra las reglas preestablecidas, el mandato del patriarcado y la invasión de la ciudad al campo. Pese a que el contenido no lo es todo, la forma de representarlo nos mantiene en vilo durante toda la historia. Es preciso destacar el hecho de que sea una preadolescente quien conduzca el relato, ella está en pleno cambio físico, mental y emocional; los conflictos internos y externos la atraviesan violentamente y sus resoluciones perspicaces la hacen cada vez más grande y a la película más interesante. De este modo, tenemos una narración interesante que se sostiene por si sola con el drama y la comedia que se desarrolla entre los personajes y las situaciones en las que los obligan a participar. “Las maravillas” se desarrolla en el contraste, no importa desde donde la veamos o escuchemos. En cuanto a los escenarios, predomina el terreno rural árido y, luego, sus personajes se moverán por otros, donde prime el agua, la vegetación o la urbanización generando no solo un contraste entre paisajes sino también de los personajes fuera de su zona de confort. A su vez, la fotografía, no ajena a esta propuesta, nos ofrece iluminaciones que potencian majestuosamente cada evento y generan en el espectador una sensación de extrañeza que lo mantiene atento, pero lo verdaderamente destacable es el diseño de producción. Desde vestuario, maquillaje, utilería, todos los elementos coexisten armónicamente con la historia y entre ellos, una sintonía en la que ningún detalle está librado al azar y funciona, transmite y atrae. De esta forma, se construye un nuevo universo, el de “Las maravillas”, excéntrico como el solo pero con elementos audiovisuales tan bien enlazados que pasan desapercibidos y nos permite apreciarlos con total naturaleza. El final inesperado deja con un sabor amargo pues no se anticipa en ningún momento y termina por arruinar el tratamiento planteado anteriormente o es tan profundo que solo algunos podrán comprenderlo. Alice nos invita a la reflexión en un intento por concientizarnos sobre una realidad que, consciente o inconscientemente, todos somos partícipes. En un mundo donde el paso de la urbanización y el capitalismo lo destruyen todo, quizá la destrucción del mismo sistema patriarcal sea la esperanza.
La infancia de Mariana Arruti ha sido, por mucho tiempo, un simple recuerdo de su pasado; imágenes y sonidos que se sucedían con inocencia infantil mientras la oscura verdad era escondida. En este relato, conducido y protagonizado por ella misma, se busca reconstruir a una persona para descifrar su propio pasado. Mariana vivió toda su vida con una imagen en la que juega en la playa con su padre, pero este muere cuando ella tiene 4 años y sus familiares más cercanos la convencen de que fue a causa de un accidente ferroviario. Con el paso del tiempo esta versión generó en ella cada vez más dudas y desconciertos y es este el motor de su investigación para “El padre”. De esta manera, Mariana se plantea la posibilidad de que su familia le haya escondido detalles sobre su padre y sale al encuentro con la verdad, o por lo menos, una reconstrucción de experiencias que la acerquen a ella. Los recursos que utilizará son muy variados y van desde material de archivo audiovisual hasta la ficcionalización de los eventos ocurridos. Es importante hacer hincapié en este punto debido a que no ficcionaliza eventos por separado sino que lo hace como historias que suceden en paralelo; por un lado, la infancia de su padre y, por otro, la suya hasta los 4 años. Estas reconstrucciones se basan en los relatos de las personas que participaron de su vida y se expresan con diferentes estilos, la infancia de su padre (José) transcurre en un campo de buenos aires a la veda de una laguna completamente en escala de grises, su propia infancia es a color y recrea las propiedades de una secuencia de fotos y videos propias de las cámaras de los 70’s. Esta decisión atraviesa al espectador tanto por su estética como por su narrativa y también dotan a las secuencias de un ritmo más amigable para mantenernos atentos. El documental se podría dividir claramente en dos partes, la primera trata la historia de una mujer intrigada por saber más sobre su origen y la segunda una búsqueda, casi policiaca, de la verdad sobre la desaparición de su padre. La historia de la muchacha es mucho más interesante, una conjunción exquisita de imágenes, sonidos, música y entrevistas que generan en el espectador curiosidad y asombro. Lamentablemente la segunda no llega a satisfacer ya que se estanca en territorio conocido de una sucesión de entrevistas indagatorias. De todos modos es destacable que todas estas entrevistas sucedan en lugares comunes como una construcción, un patio o una casa y logran una hermosa composición de planos que junto al montaje permiten mantener hasta cierto punto la expectativa. Son los relatos de los entrevistados los que nos entregan un poco más de lo mismo. Ninguna persona es igual a la otra y tampoco sus historias pero es cierto que los relatos de los argentinos en los 70’s no se diferencian mucho entre sí y en esta parte el documental se torna un poco monótono. En “El Padre” Mariana nos abre su corazón y nos presenta su historia, la conocida y por conocer, balanceando todo el tiempo la nostalgia y la alegría que ellos le producen. Lo hace con una estilización y una naturalidad que agrada y verdaramente permite la empatía del espectador. Está dirigida especialmente a un público que conoce el contexto social de la República Argentina en los años 70's pero de todo modos la explica de una manera poco original. Una pelicula disfrutable, con algunos momentos más interesantes que otros pero que coexisten armoniosamente hasta el final. Con actuaciones maravillosas y una estética con variaciones que producen climas tiernos y emotivos llega a los cines argentinos “El Padre” de Mariana Arruti.
El USS Enterprise, la nave insignia de la Flota Estelar, vuelve a surcar el universo para proteger la Tierra y el resto de los planetas aliados en nombre de la Federación Unida de Planetas. Liderada por el capitán James T. Kirk (Chris Pine), la tripulación del crucero de batalla tendrá que enfrentarse a nuevos peligros que acabarán con su tranquilidad. "Star Trek Sin Límites" es la esperada nueva entrega de la popular saga de Star Trek, creada por Gene Roddenberry y revitalizada por J.J. Abrams en 2009. En esta ocasión Abrams regresa junto a Justin Lin ("Rápidos y Furiosos") a la cabeza de éste épico viaje del U.S.S. Enterprise y su intrépida tripulación. En "Sin Límites" la tripulación explorará los confines del espacio conocido para encontrar a un nuevo y misterioso enemigo que los pondrá en peligro a ellos y a todo lo que representa la Federación. La película inicia con el capitán Kirk en una misión de paz frente al comité de un nuevo planeta no explorado. Intenta entregarles el pedazo de un arma de destrucción masiva en símbolo de paz pero estos lo rechazan y comienzan a atacarlo. Esta escena es tan forzada en cuanto a la narrativa y tan llena de CGI como lo será en todas las consecuentes, lo que invita a la reflexión sobre cómo gastar tanto dinero en una película mala y sin sentido. Una vez que la tripulación del Enterprise rescata a su capitán este comienza a reflexionar sobre su vida a poco más de dos años de terminar su misión de explorar territorio desconocido. En un intento fallido por darle profundidad a la trama queda a medio camino y termina por aburrir al espectador al punto de desear el inicio de las explosiones y, así, tapar no sólo los errores de personajes híper planos sino también la cantidad de agujeros en la historia. Contrario a la misión que tiene la tripulación desde el origen de la historia esta vez es enviada a reparar una nave amiga que envía pedidos de auxilio. Esta osadía lleva a la Enterprise ante un nuevo y fiero enemigo, Krall (Idris Elba), que pertenece a una especie alienígena avanzada. Para frenar los crueles planes de este villano, Kirk tendrá que reunir a sus compañeros y emplear todo su potencial y recursos para resolver multitud de desafíos. Este villano tan rebuscado representa con intensidad a todos los demás. Krall quiere destruir a la raza humana porque no cree en sus valores pero en lugar de hacerlo con su flota de naves indestructibles se propone conseguir el trozo de arma que posee Kirk y hacerlo con ella. En un momento, aparece una radio en una nave abandonada hace muchos años y todos se preguntarán ¿porque? Pues porque quieren poner música retro. Pero luego aparecerá una motocicleta en perfecto funcionamiento y la respuesta a su presencia es simplemente porque sí. Ambos elementos llaman la atención y nos remiten directamente a “Guardianes de la Galaxia”. Sin embargo, esta no será la única oportunidad en la que podrán ver que la película refiere a otros films o que se acurruca en su zona de confort. Afortunadamente, su público es más inteligente que la acción y explosiones porque resulta decepcionante que esta nueva entrega se trate de motos y música a todo volumen en lugar de una exploración de conceptos de ciencia ficción y tramas más complejas. Lo positivo recae en los aportes del elenco y la química entre sus personajes. El Spock de Zachary Quinto acaba siendo la verdadera estrella junto a Karl Urban (Capitan ‘Bone’ McCoy), entre ellos se repartirán los chistes que llevarán la historia adelante pero Spock, con un aire nostálgico marcado por sus pérdidas, termina siendo el más profundo entre los dos. 'Star Trek Beyond' no va mucho más allá de lo que podríamos esperar de las últimas películas de estudio, y por no tener continuidad entre las precuelas termina por ser un aceptable y por momentos disfrutable pero considere que son 2 horas de su vida que nunca va a recuperar.
“La Luz entre los océanos” fue dirigida por Derek Cianfrance (Blue Valentine), basándose en la novela homónima de M.L. Stedman y compitió por el León de Oro en Cannes. Cuenta la historia de Tom Sherbourne (Michael Fassbender), un veterano de la primera guerra mundial que ahora se dedica a cuidar el faro de una isla Australiana que une dos océanos. El aislamiento en el que vive le resulta una salida beneficiosa ya que todavía mantiene frescos los recuerdos de la guerra y espera que este nuevo lugar le impida dañar más gente. En uno de sus viajes se enamora de Isabel Graysmark (Alicia Vikander), se casan velozmente para que ella pueda acompañarla en la isla donde intentarán que la vida siga como en el continente. Pero ambos sufren, no por las dificultades que conlleva vivir alejado de todo lo que uno conoce, sino por haber tenido dos abortos y haber dado a luz su tercer hijo muerto. Sus vidas cambiarán radicalmente cuando en la orilla del mar aparece un bote con un hombre muerto y un bebé a bordo que podría resultar la solución a todos sus problemas. El film tiene un inicio como es debido, con una presentación de lo que va a tratar, seguidamente en su desarrollo, una sucesión de imágenes de paisajes impecables y emotivos, dignas de un cuadro con la firma de Adam Arkapaw que ya trabajó junto Fassbender en MacBeth. La imagen y el sonido se complementan perfectamente y durante el transcurso del relato gozamos del acompañamiento musical compuesto por el francés Alexandre Desplat (El discurso del rey y El curioso caso de Benjamín Button), todo en pos de generar un clima pesado y nostálgico. Este ritmo audiovisual es igualmente correspondido por las espectaculares actuaciones que atraen al público e intentan, por momentos, distraer al espectador de las falencias narrativas. Cuando Tom conoce a Isabel, vemos a un hombre que estaría dispuesto a dar todo por la mujer a la que ama y una mujer que le corresponde de la misma forma, así, el relato cobra una dimensión heroica, pero Cianfrance no explota esta carta. En cambio, se concentra en llevarnos a la vorágine de imágenes, música, lágrimas, paisajes, dejando de lado las emociones del espectador. El relato termina siendo manipulado estéticamente para generar emoción en las imágenes, de esta forma genera empatía con la humanidad, el dolor y la pérdida, lo que se sostiene muy bien durante toda la introducción pero no lo logran a lo largo de todo el camino. Como su título lo indica “La luz entre los océanos” debería dar cuenta de la iluminación de las personas dentro de tanta oscuridad, lamentablemente la historia se concentra en la oscuridad y lo que aspira a ser entendido como luz deja un sabor amargo de mero egoísmo por parte de los personajes femeninos. Al basarse en el libro de M.L. Stedman Cianfrance cuenta con todos los elementos narrativos para transformar una historia tele novelesca en un brutal relato, pero no, en lugar de eso se sobrecarga y no llega a hacer buen puerto quedando como otra simple obra de época que invita a las lágrimas, estéticamente preciosa pero rozando el ridículo por el curso de la historia.
De los realizadores de Coraline y ParaNorman llega “Kubo Y la Búsqueda del Samurái”. En los últimos años Laika Studio viene sorprendiéndonos con todas sus entregas, sin embargo, esta podría ser la más débil de ellas. Una película de ideas muy originales contada con una técnica magnífica de animación pero relegando las técnicas de guión y realización a un segundo plano. La película trata sobre un joven llamado Kubo (Art Parkinson – Game of thrones) que debe localizar una armadura mágica usada por su padre con el fin de derrotar al Rey de la Luna (Ralph Fiennes – Harry Potter). Desde el inicio se nos plantea un relato interesante sobre una madre que entrega la vida por su hijo y este, al crecer, hace lo mismo por ella. Estos personajes si bien no son de los más profundos, interesan sólo por salirse de lo convencional debido a que ellos viven en la pobreza extrema a la vez que ella padece amnesia y él es tuerto. No conforme con esto tienen a su única familia liderada por el abuelo de Kubo asechándolos para matarlos, por lo que no pueden llevar una vida normal y no podrán hacerlo hasta que Kubo mate a su abuelo. Ya desde esta premisa la película nos ofrece otras alternativas, los personajes con pensamientos tan básicos como los de sus realizadores, sólo ven a la muerte como única salida y se mueven en su historia mostrándonos porque está bien matar a su propio abuelo. No se presentan grises, alternativas, picos dramáticos, reflexiones, son sólo escenas puestas para el espectador sin pensar en el verosímil del universo o explicar, por lo menos, por qué cuando la madre de Kubo le dice “no salgas” él automáticamente sale y ella no lo impide. Kubo va a la aldea y se encuentra con una señora que casualmente le dice que haga lo que acabamos de escuchar que no debe hacer pero como él es la representación de sus realizadores sólo atina a hacerle caso a una desconocida antes que a su amada madre. Por esta misma línea, nos quieren hacer creer que el mundo que habitan es mágico y fantástico por el simple hecho de existir lo que sería interesante y podría pasar desapercibido de no ser porque los únicos que gozan de este beneficio son los héroes y anti-héroes en una rebuscada forma de generar tensión. Por momentos se ven intentos de los realizadores por explicar lo inexplicable y Kubo representa a la voz del espectador que hace las preguntas pero nuevamente nadie le responde, lo esquivan o se van de tema y no lo retoman jamás. Como remarqué anteriormente, la película brilla sólo por la floreciente imaginación e invención visual de sus animadores. Además, logran detener el movimiento, acelerarlo, girar la cámara en torno a los personajes de formas muy precisas e innovadoras y, así, la historia de un niño pequeño se vuelve más emocionante. Nuevamente, trabajan de manera exquisita el terror con escenas de noche y personajes que en ella aparecen y nos recuerdan a lo mejor de Tim Burton, como las tías malvadas de Kubo. Estos personajes se presentan en la primera vez que Kubo sale de noche y no dejan nada librado al azar, porque su objetivo está muy claro, quitarle el ojo a su sobrino, pero la madre de este niño samurai aparece y se enfrentan en una breve batalla mientras escapa. Kubo despierta en medio de la nada y mono está allí para iniciar la gran aventura llena de acción para cubrir los baches narrativos. Por otro lado, las voces fueron otro de los puntos de seguridad para la Universal con roles que fácilmente podrían haber sido ocupados por otros o podrían haber destacado con acentos más asiáticos pero como todo negocio lo principal es vender. Matthew McConaughey, en el personaje de un escarabajo samurái con problemas de memoria, es el fiel protector de Kubo junto a mono (Charlize Theron – Mad Max). Un dato llamativo es que la película intente poner énfasis en el supuesto descubrimiento final de que Mono en realidad es la madre de Kubo transformada, cosa que no sucede, debido a que tienen la misma voz y la misma cicatriz en el ojo, no obstante, a diferencia de su forma humana, ahora mágica e inexplicablemente ya no sufre de amnesia, es suficiente para que Kubo no sospeche de que un mono tiene los mismos rasgos que su madre, siendo también un detalle que vuelve a subestimar al espectador. Todas estas particularidades convierten a “Kubo: La búsqueda del Samurái” en una historia forzada de madre e hijo que intenta ser épica para atraer a los más pequeños y perderlos con colores, magia, música y katanas. Una película más de estudio con una duración cronométrica de 101 minutos pero que se siente como una eternidad.
Primavera es una película nacional de comedia dirigida por Santiago Giralt. En ella recurre a una historia nacida en el seno familiar pero este escapa al cotidiano popular. La película entretiene porque desde el inicio nos plantea una familia rara y alocada formada por artistas. Leopoldo (narrador en off), un niño de 11 años, nos cuenta su vida, la de sus padres y la de la comunidad de artistas en la que fue criado mientras la cámara sigue incansablemente a su madre a lo largo de toda la escena. Así, comienza la nueva película de Giralt, contagiando a través de los movimientos de cámara el enojo de un niño demasiado sabio para su edad. A lo largo de esta primera escena se nos presentan personajes cada vez más interesantes, bizarros y divertidos que nos sumergen en su universo. Leopoldo (Angelo Mutti Spinetta) es el hijo de Greta (Catarina Spinetta) y José (Nahuel Mutti) dos padres separados, luego de que este último asumiese su homosexualidad. Leopoldo convive naturalmente con ellos y sus respectivas parejas (Mike Amigorena y Esteban Meloni), pero Greta mantiene su relación únicamente porque espera un hijo, mientras el hermano de José, Pedro (Chino Darín), insiste en conquistarla. A medida que se presentan nuevos personajes se abren nuevas tramas pero no se profundiza en ninguna; sin embargo, podríamos decir que el hilo conductor es la historia de José. Él es un director de teatro que se apoya en una financista (Moria Casan) para llevar a cabo su nueva obra teatral que tiene problemas por su actriz principal, interpretada por Luisa Kuliok, a esto se le suma una propuesta de casamiento inesperada que moviliza a todos de diferentes maneras. La historia transcurre de inicio a final durante la primavera y Giralt representa al film con la alegría, la diversión y los colores característicos de esta estación. Para ello utiliza recursos muy interesantes, destacando la fotografía con sus brillantes contrastes pictóricos, el movimiento frenético de cámara en pos de una composición de cuadro alucinante como la puesta en escena de los actores. El punto débil de la película es la presentación de la comedia, generada en su mayoría por diálogos muy directos y por momentos forzados. Deja a entender con sus chistes que es una película creada por argentinos para argentinos sobre todo en el personaje de Moria Casan y el niño que lo acompaña religiosamente a todas partes. La película investiga también su parte reflexiva con los protagonistas enfrentados por sus diferencias socio-económicas, se habla esporádicamente de la lucha de clases y el capitalismo sin ser demasiado directo. Nos presenta los casos de la financista y su chofer o Greta y el hijo que espera ante las ganas de dos hombres por hacerse cargo para decir “Es mío”. Sin hacer hincapié en este punto, se refiere finalmente a postulados socialistas como un viejo dicho africano que dice "Se necesita toda una comunidad para criar un niño". De esta forma, nos hace plantear nuestra visión sobre la propiedad, un ser que normalmente está visto como propiedad es planteado ahora como un ser comunitario sin dueños. Por otro lado, resulta lastimoso que se hayan olvidado de investigar y ahondar en el humor que termina quedando muy relegado. Santiago Giralt es además productor, actor y guionista de proyectos propios y de otros directores, elegido en los Premios Konex como uno de los más destacados guionistas de cine de la última década. Este proyecto es producido por su compañía productora Los Griegos, BD CINE, AZ Films, y Sudestada. Con todo este respaldo Giralt dirige una orquesta enorme sin dejarse seducir por el elenco categórico que lo acompaña para contar la historia que quiere con el tono preciso.
Una vez más llega a los cines la adaptación del libro de Lew Wallace con una mirada puesta en los tiempos modernos. BEN-HUR es la historia épica de Judá Ben-Hur (Jack Huston), un príncipe falsamente acusado de traición por su hermano adoptivo Messala (Toby Kebbell), un oficial del ejército romano. Despojado de su título, separado de su familia y de la mujer que ama (Nazanin Boniadi), Judá es forzado a la esclavitud. Después de años en el mar, Judá regresa a su tierra natal en busca de venganza, pero encuentra la redención. La gente todavía recuerda la versión de 1959, pero fue hace 57 años. Las ideas y la tecnología han cambiado desde aquel entonces y en esta nueva adaptación se combinan para generar un ambiente más naturalista y dinámico. Sin embargo, va a resultar difícil superar a aquella adaptación, no solo en la taquilla sino también en la calidad de la historia. El argumento se centra en la relación entre dos hermanos con miradas egoístas sobre un tema en común: la liberación de Jerusalén. Messala es muy ambicioso, vive con la familia de Judah desde muy chico pero a pesar de que todos lo aman siente que no es respetado como un par. Ante su ambición de poder ser enlistado al ejército romano para ganar el respeto que necesita, superarse y obtener algo de dinero para desposar a la hermana de Judah. Dentro del ejército formará la idea de que la base para la liberación de Jerusalén es el exterminio de los rebeldes que viven entre ellos. Por momentos resulta fantasioso tanto el odio infundado hacia los rebeldes y sobre todo hacia su propia familia. Un personaje que está puesto para odiar sin sentido o por fundamentos no explorados desde la dirección ni desde la actuación de Toby Kebbell. Por su parte, Huston interpreta a Judá, un príncipe judío que es condenado por sedición a manos de su amigo de la infancia. A partir de ese crimen que nunca cometió es desterrado a trabajos forzosos en un barco de esclavos durante varios años, donde alimentará su odio hacia su verdugo, Messala. Ayudado por la fuerza divina logra escapar y regresar a su mundo, apadrinado por un africano poderoso, llamado Ilderim (Morgan Freeman), quien lo convence de enfrentarse con Messala. La sed de venganza se aferra con más fuerza al corazón de Judá hasta su encuentro con Jesús, donde sus intenciones cambian. Judá no sólo tiene motivos para odiar a Messala sino que tiene un entorno que lo empuja a hacerlo y Huston lleva a su personaje al máximo, encontrando su mayor apogeo en las escenas junto al brasileño Rodrigo Santoro (Jesús). Tanto Rodrigo como Huston, con sus interpretaciones magníficas, resaltan las ineficacias en el elenco de la película, sobre todo la de Morgan Freeman, un personaje del que tranquilamente se podría prescindir; no obstante, cobra cada vez más protagonismo y genera incomodidad en el espectador por donde se lo mire. Algo que no podía faltar es el toque épico de la historia representada por las batallas romanas, el barco de esclavos y la carrera de cuadrigas. Estas escenas fueron contadas con mucha crudeza y por momentos generaba una naturalidad tal que, quizá por la ayuda del 3D, nos hace sentir parte de ellas. Especialmente la escena de la carrera hace sentir a la audiencia que estaba ahí y que los carros estaban ahí. Puede verse que para aumentar el dinamismo y la acción se usaron cámaras go pro, tanto en el circo como en los carros y los caballos, que sumadas a la cámara principal de la acción genera una secuencia con un sin número de planos muy diferentes entre sí desde el tamaño, la profundidad de cámara y la acción que sucedía al frente. Finalmente, es esto lo que sostiene a la película y mantiene la atención del espectador ante una historia básica y un elenco en su mayoría incoherente.
Tras la muerte de su padre Giula De Martino (Matilda De Angelis) hereda una importante tradición familiar como piloto en el circuito de GT italiano pero también una deuda que puede dejarla en la calle junto a su hermano menor. Giula tiene ahora nuevos motivos para correr y ante su crisis económica cualquier ayuda es bienvenida incluso la de su hermano drogadicto Loris (Stefano Accorsi). A pesar de sus diferencias ambos personajes se verán obligados a relacionarse para conseguir sus metas personales. VELOZ COMO EL VIENTO fue dirigida por Matteo Rovere, se estrenó en Italia en Abril y está semana se estrena en Argentina. La misma trata una historia básica contada con una estructura predecible que si bien resulta entretenida no profundiza y termina evitando riesgos contando otra victoria del bien sobre el mal. Desde el inicio se focaliza en contar la reunión forzada de tres hermanos como consecuencia de la muerte del padre y todos los elementos están colocados para funcionar a este fin. Es sólo gracias a sus personajes que las peripecias a las que se enfrentan resultan verosímiles pero también predecibles, tres hermanos muy opuestos entre sí por valores, ideales, género y edad se ven obligados a convivir y el entorno sólo colabora para que no tengan escapatoria a este mandato. Veloce come il vento (AKA Italian Race) está basada en los relatos verídicos del campeón europeo de Rally Carlo Capone. Esta personalidad se refleja en el personaje de Loris De Martino, un elemento presentado al inicio como secundario pero que cobra cada vez más protagonismo y lleva adelante la historia. Esto se debe a su personalidad explosiva y cómica y su forma libertina de ver al mundo que es interpretada magníficamente por Stefano Accorsi. Finalmente será su personaje el que nutra de acción al relato y el cambio interno que atraviesa será el que generador de la controversia ante su entorno. Matteo Rovere combina en esta película la típica estructura e historia Hollywoodense con su destacada intensión autoral en cuanto a las composiciones gráficas y auditivas, percepciones que tiene muy en claro a la hora de generar en el espectador no sólo emociones sino también sentimientos. Esto se aprecia perfectamente en las escenas automovilísticas, no sólo en las carreras sino también en las prácticas, donde todos los encuadres y movimientos de cámara resaltan la intensidad dramática en el momento preciso. Esto denota un gran logro desde el punto de vista estético, productivo y técnico, propios del mejor cine italiano.