Pirotecnia visual y búsqueda de la identidad
El personaje central, el Oso Panda Po, traga saliva y varios bocados en esta continuación que supera al original por su pirotecnia visual. Convertido en Guerrero Dragón, el héroe protege el Valle de la Paz junto a sus amigos, Los Cinco furiosos. Pero esta vez, enfrenta un peligro mayor: un Pavo Real que planea conquistar China y destruir el kung fu.
Con este punto de partida, Kung Fu Panda 2 acierta en sus momentos de acción en los que las luchas cuerpo a cuerpo transmiten vértigo al espectador. En ese sentido, la realizadora Jennifer Yuh se alimentó de diferentes películas del género y las volcó con imaginación en una paleta de colores en los que predomina el rojo furioso (el mismo que sumerge a Po en visiones que lo atormentan) y varias persecuciones.
Es muy lograda la secuencia en la que los personajes luchan contra el enemigo (parecidas a las criaturas de El cristal encantado) dentro de un disfraz de dragón. A través de planos cenitales, la narración adquiere por momentos la estética de un simpático videojuego.
La trama tiene una columna vertebral que consiste en la búsqueda de la identidad (un Oso Panda criado y adoptado por un ganso) salpicada con flashbacks que ofrecen adecuados momentos de ternura.
Entre cañonazos, golpes certeros de puño y el hallazgo de "la paz interior" como base para lograr el triunfo y la sabiduría, la película logra su cometido en este bienvenido producto de animación, en el que los diseños de los fondos (los precipicios) y los personajes aparecen poteciados por los efectos del 3D. Después de los créditos, la acción continúa...