Po lucha contra el mal y busca su origen
El comienzo del filme es casi una obra de arte; los dibujos de fuerte inspiración oriental que se suceden en la pantalla, además de narrar con gran síntesis el prólogo del argumento, constituyen una delicia visual y una demostración de creatividad y de buen gusto. Casi inmediatamente, con la presentación de los personajes, ya conocidos por los que vieron la primera película, se inicia la aventura. Hay bastante humor y mucha (demasiada, podría decirse) acción, concentrada en duelos de kung fu que sorprenden por la perfección técnica de la realización y que apuntalan el ritmo del filme, pero que también debilitan la consistencia de la trama. La historia queda clara y los personajes se lucen, pero hay puntas del argumento que merecían mejor desarrollo; los guionistas, sin embargo, siguen apostando fuertemente a la acción y cargan el peso de la narración casi exclusivamente en ese tipo de escenas. A juzgar por las recaudaciones que logran los filmes, no están equivocados.
La secuencia final, que describe un combate entre las fuerzas comandadas por el villano de turno (un pavo real obsesionado porque no puede acabar con el inefable panda) y los Cinco Furiosos, no tiene desperdicio. En paralelo, se va develando el misterio de los orígenes de Po, una historia trágica que, por momentos, contiene imágenes sobrecogedoras.
El filme busca un balance entre la acción, el humor, la apelación al sentimentalismo y la exposición de la eterna lucha entre el bien y el mal; la mezcla, con predominio de la espectacularidad de las escenas, está lo suficientemente bien dosificada como para satisfacer a públicos de diversas edades.
Todas las virtudes que muestra el filme en el aspecto visual resultan magníficamente resaltadas en la versión en 3D. Es en este tipo de películas en que se percibe cabalmente la sensación de la tercera dimensión, que alcanza por momentos un sorprendente realismo.