El predominio de la fascinación
Kung fu panda 2, dentro de su género, parece tenerlo todo. Es, e incluso el doblaje (a cargo de actores profesionales, y no de meros dobladores, como suele ser la costumbre) está bien cuidado de modo tal que los chistes verbales afortunadamente no se pierden ni por la traducción ni por la interpretación, defecto que suele afectar de modo característico a gran parte de las películas infantiles dobladas al español.
En esta segunda entrega Po, ya consagrado como Guerrero Dragón, deberá sortear la última de las pruebas y hallar la paz interior. En tal peripecia descubrirá la verdad sobre sus padres para poder salvar a toda China del ambicioso Lord Shen y de su temible arma destructiva.
El único defecto que presenta Kung fu panda 2 es -a mi juicio- la debilidad de las relaciones entre los personajes. Las relaciones que establece Po con sus compañeros, con su maestro, e incluso con su padre adoptivo, se desarrollan en un terreno de notable superficialidad, no en el sentido de la intrascendencia, sino precisamente en el de una ausencia de profundización de los vínculos interpersonales. Pareciera que los personajes presentaran diversas complejidades individuales, pero sólo se mueven en el estricto universo de su esfera individual.
Po tiene un vínculo afectivo explícito con su padre, con sus compañeros y con su maestro, pero todas estas conexiones emocionales parecen excesivamente forzadas, meramente formales. Entre la película anterior y esta segunda parte habría sido interesante profundizar sobre la interacción de Po con sus compañeros, quienes son prácticamente un mero paisaje secundario de las cosas graciosas que le suceden al protagonista.
Hay dos personajes, con los que Po parece estar predispuesto a fortalecer tales vínculos: su padre Ping, y Tigresa. Sin embargo, esto no llega a suceder por diversos motivos. En el caso de Tigresa, una relación que podría haber dado para ahondar en las historias personales de cada uno (y en una mayor conexión entre los personajes) queda truncada y sin continuidad. Todo se remite a un abrazo inesperado que es casi más gracioso que emotivo. Por otra parte, la escena que pretende ser la de mayor intensidad emocional -la escena entre Po y su padre adoptivo- parece más bien una fórmula automática de resolución que un verdadero movimiento del relato. De allí que las situaciones de mayor impacto emocional estén asociadas, en casi todos los casos, a momentos de desborde y despliegue visual vinculados con la acción y no con la emoción o con las relaciones.
Este defecto narrativo, no obstante, no parece ser exclusivo de la película sino una característica de estilo que se ha podido apreciar en otras producciones anteriores de Dreamworks, sobre todo en comparación con la otra gran productora de contenidos infantiles animados, Pixar de Disney. Precisamente, una de las características de las obras de Pixar es su notable énfasis en las relaciones afectivas interpersonales, sin perder un ápice de impacto visual o de desarrollo de la acción.
Hay una habitual creencia –errada desde todo punto de vista- de que la emoción afectiva protagonizada por los personajes entorpece la acción, su dinámica, etc. Hace ya bastantes años que la empresa de Disney, más que la propia Disney, ha dado pruebas contundentes de que la acción de personajes, involucrados afectivamente unos con otros, no sólo no entorpece sino que incluso otorga a la acción la verdadera dimensión dramática, que no está ligada con el hacer, sino con el querer.
Recomendación: aunque la película viene en versión 3D, dicho formato no modifica demasiado la percepción del film, que podrá apreciarse sin inconvenientes en las dos dimensiones tradicionales.