Mucho más que aventuras en formato 3D
La segunda parte del afortunado film animado de Dreamworks «Kung Fu Panda» excede, con mucho, la habitual cantera comercial de explotar una franquicia y un personaje, o la de mostrarlo ahora con el inevitable formato del 3D (la película original, de 2008, había sido lanzada en 35 mm.). La técnica, desde ya, ha mejorado notoriamente, y el mayor despliegue de secuencias de acción y batalla permiten lucir más aun los nuevos diseños, el color y el movimiento tridimensional.
Sin embargo, nada de esto es lo más interesante. Un guión, admirablemente equilibrado entre la aventura, el humor y la acción pura, tiene como centro un tema dramático, tratado con delicadeza e inocultable asesoriamento clínico: la adopción y el esclarecimiento.
Así como la abominable tradición Disney suele condenar las relaciones no biológicas madre/hija a través de la forma de madrastras viles en sus más imaginativas variaciones (el último ejemplo fue «Enredados», cuya protagonista no podía estar a salvo si no escapaba de la mujer que la crió; como siempre en Disney, ese vínculo no se explica si no es por la apropiación ilegal), «Kung Fu Panda» representa exactamente lo contrario.
Ya en la primera parte se conocía al padre de Po (el panda protagonista): un viejo ganso llamado Mr. Ping, dueño de un humilde puesto de venta de fideos chinos. Pero, si en ese primer capítulo la abismal diferencia entre ambos era tratada humorísticamente, ahora no. Po enfrenta a su padre para que le esclarezca su origen, y Mr. Ping lo hace. La misión, para Po, será conocer ahora quiénes fueron sus padres biológicos, por qué lo abandonaron y, de paso, chequear si la versión que oye de Mr. Ping es cierta o no lo es.
De esa forma, la cruzada que emprende junto con los Cinco Furiosos, personajes ya conocidos de la primera parte (la Tigresa, el Mono, la Mantis religiosa, la Grulla y el Mono) tiene únicamente de aventura la superficie; en el fondo, llegarse hasta el Reino Chino para enfrentar al malvado pavo real Lord Shen, persigue el objetivo de investigar la suerte que corrieron los pandas que lo engendraron, y cerrar cuentas con su identidad. También hay un poco de budismo, como no podía ser de otra forma: «En tu origen pueden haberte ocurrido cosas no muy buenas», oye decir, «pero lo único que vale es lo que tú decides ser con lo que eres».
De esta forma, sin el pesado dramatismo ni la solemnidad, (muchas veces desorientada o fútil), de tantos otros films para adultos que abordaron el tema de la adopción, «Kung Fu Panda 2» se da el lujo de hacerlo de manera respetuosa, profunda, y sin descuidar ni por un momento su función de entretener y divertir a los más chicos con espléndidos recursos.
Quienes la vean en su versión original tendrán el plus de oír las voces de Jack Black en el protagónico, Angelina Jolie como la Tigresa, Gary Oldman como el malvado Lord Shen, y hasta Dustin Hoffman como el gurú.