DreamWorks sigue apostando a lo seguro, y a una de sus franquicias animadas más exitosas, con las nuevas aventuras de Po, el panda más glotón del séptimo arte.
Las épicas historias del oso rechoncho y bicolor son de lo mejorcito que supo ofrecer DreamWorks Animation en la última década. Si bien el estudio sigue insistiendo con sus eternas secuelas y spin-off en vez de animarse con algo más novedoso, al menos, al panda le dedican el tiempo necesario para que no sea, solamente, una aventura pasatista con animalitos parlanchines. Acá el esfuerzo se nota.
El relato de Po (voz de Jack Black en la versión original) siempre estuvo ligado al destino, pero también a lo opuesto: forjar nuestro propio camino, descubrirse así mismo, lo que uno es realmente o lo que queremos ser, más allá de cómo nos vean (y nos juzguen) los demás.
A pesar de ser un oso glotón y medio torpe, Po logró convertirse en un gran aprendiz del kung fu, muy a su manera, y a pesar de sus compañeros y mentor. Ahora debe dar su próximo gran paso: el alumno debe transformarse en maestro y tener a su cargo el Palacio de Jade antes de alcanzar el “estatus” de Guerrero Dragón.
Claro que Po no cree estar preparado para dicha tarea (al igual que el resto), pero eso no lo va a desanimar y, por suerte, tiene un papá que lo apoya incondicionalmente, el señor Ping, un ganso amable y experto en fideos.
Pero a falta de un padre, tenemos dos. El regordete Li Shan (Bryan Cranston) llega al Valle de la Paz con noticias perturbadoras. Este oso panda afirma ser el papá biológico de Po, y todo eso que tienen en común lo confirma casi de inmediato. Nuestro protagonista pronto descubre que no está sólo en este mundo y que hay toda una aldea repleta de congéneres que viven en armonía haciendo cosas de “pandas”.
Po necesita descubrir quien es en realidad, pero también ayudar al Valle y a sus compañeros que de repente se ven amenazados por Kai (J.K. Simmons), un villano sobrenatural que destruye todo a su paso y alimenta su poder robándole el “chi” a los mejores guerreros.
“Kung Fu Panda 3” se mueve entre un mundo místico y sobrenatural y la simpática aldea de los pandas, además de los escenarios que ya conocemos de las entregas anteriores. Visualmente superior a los productos más básicos de DreamWorks, mezcla aventura, mucha acción y el clásico humor de la comedia slapstick.
Orientada específicamente a un público infantil, la película también mantiene al adulto acompañante bien entretenido, gracias a alguna que otra humorada más compleja que puede leerse entre líneas.
Pero principalmente es un film “con moraleja” para los chicos del siglo XXI, donde Po es el protagonista casi absoluto. Una vez más, el destino juega un papel fundamental, pero acá el agregado de la familia es un elemento crucial que suma muchos puntos.
“Kung Fu Panda 3” no se destaca particularmente, pero es una aventura entretenida que cumple con lo que se propone. Sigue estando a años luz de lo mejor de Pixar, o incluso “Cómo Entrenar a tu Dragón” (How to train your Dragon, 2010), pero no decepciona, tal vez sólo se siente un poquito repetitiva.